jueves, 5 de marzo de 2009

VAMONOS con Pancho Villa, una joya del cine mexicano



Saludos:

Esta columna está dedicada a una producción cinematográfica ya muy vieja, pero que sigue cautivando a muchos cinéfilos (como al que esto escribe).

Sucede que hace unos meses, en noviembre (creo que fue el día 20, pero no estoy seguro), tuve la oportunidad de disfrutar de la exhibición de una excelente producción cinematográfica de México. Una de las mejores películas del cine mexicano, no importa que no tenga efectos especiales. Una película que sin tratar de violencia juvenil, ni tocar temas de sexo (tan comunes hoy en día), e incluso una película de una historia sencilla y sin cosas fantásticas, divierte y cautiva a quien tiene la oportunidad de verla: esta película se llama "Vámonos con Pancho Villa".

Esta producción se filmó en el año 1935, doce años depués del asesinato del denominado Centauro del norte: Francisco (Pancho) Villa. Se estrenó el 31 de diciembre de 1936, y solo duró una semana en exhibición. Esta película tuvo problemas para estrenarse, ya que las autoridades de ese entonces intervinieron para que no tuviera reconocimientos.

¿De que trata esta genial joya de la cinematografía? Pues de la revolución en el norte, teniendo como protagonista a Pancho Villa. La película parte de una novela que lleva el mismo nombre.

Esta producción de Clasa Films estuvo a cargo de Fernando de Fuentes, un director que en la revolución simpatizó con el bando de Venustiano Carranza.

La cinta aborda la historia de un grupo de campesinos de un pueblo llamado "San Pablo". Estos deciden, ante las injusticias que ven a su alrededor, unirse a las fuerzas revolucionarias de Pancho Villa (excelentemente interpretado por Domingo Soler). El grupo de campesinos es bautizado como "los leones de San Pablo" en honor a su bravura y valentía en el combate, y en alusión al pueblo de donde proceden. Este grupo de simpáticos y carismáticos campesinos es reducido al transcurrir la historia (van muriendo en combate, excepto el panzón, quien se da un balazo en una cantina muriendo "como valiente"). Al final, solo quedan dos: Tiburcio Maya y el joven bautizado por Villa como "becerrillo". Pero al trasladarse a Zacatecas, una epidemia de viruela se desata entre las tropas, y Becerrillo cae enfermo. Villa le ordena a Tiburcio matar al Becerrillo quemándolo, sin importar que este vivo o muerto. Tiburcio, horrorizado, mata de un balazo a Becerrillo y abandona la revolución, desencantado con la crueldad con la que se conducen las fuerzas revolucionarias. La película tiene un final inesperado, el cual se mutiló durante años (fue rescatado por estudiantes en los años setenta, y gracias a ello podemos disfrutar ese final).

Pero ¿Porqué molestó la película al gobierno de ese entonces? Pues porque la película muestra el lado oscuro y negativo de ese movimiento que todos los 20 de noviembre festejamos folklóricamente, ese movimiento que hizo posible la llegada al poder de la primera generación de priistas. Los mismos que llegaron al poder tras el final de la revolución, eran los que gobernaban en 1935 (cuando se filmó la película) y en 1936 (cuando se exhibió). Ese gobierno que se calificaba como "emanado de la revolución", ese mismo gobierno que en cuanto a libertad de expresión actuaba de manera similar al porfirismo, era el gobierno al que incomodó la cinta. Y esto a pesar de que la película muestra el lado oscuro y cruel de un personaje que en vida fue combatido por los que triunfaron en la revolución (no olvidemos que muchos de los primeros priistas eran carrancistas cuando la revolución enfrentó a los "constitucionalistas" contra los "convencionistas"). Sin embargo, Villa ya había sido elevado a la categoría de héroe nacional por esa clase gobernante surgida de la revolución.

Esta película tiene un valor histórico invaluable. A diferencia de las cintas de Pedro Armendáriz, María Félix e Ismael Rodríguez (que nos mostraban la revolución como una lucha violenta pero a pesar de todo mas bien romántica, en donde los revolucionarios eran casi santos y los contrarrevolucionarios casi diablos) la cinta de Fernando de Fuentes nos habla de lo que fue verdaderamente la revolución: una lucha de crueldades de ambos bandos, enfermedades y hambrunas. El final inesperado y censurado en su momento es sobrecogedor: Villa llega al pueblo donde vive el último de los "leones de San Pablo". Este está arrepentido de haber abandonado la revolución, e ilusionado con volver a creer en Villa y el movimiento, acepta la invitación que Villa le hace de viva voz para unírsele de nuevo. Pero su hijo (un niño que está a su lado) le recuerda las penalidades que vivirían el, su hermana y su madre si los dejara. Ante las muecas de titubeo y preocupación de Tiburcio Maya, Villa se hace invitar al interior de la casa de su exsubordinado. Cuando este sale de la casa para atender un asunto, Villa mata a la esposa y a su hija. Encolerizado por el dolor que la temible acción de Villa le provoca, Tiburcio saca la pistola para vengarse, pero uno de los acompañantes del caudillo evita el desquite, sacando la pistola y disparando sobre el último de los leones de San Pablo. El niño se queda como el último sobreviviente de la familia, y ante la congoja de haberse quedado solo, Villa le invita a unirse a la revolución. El acepta encantado.

Este final muestra la verdadera personalidad de Pancho Villa. En el norte de México, entre las personas de mas edad, aun se pueden encontrar recuerdos de esa crueldad, que fue ocultada por la historia oficial y por el cine mexicano. Pero también muestra un aspecto de la historia de America Latina: la fascinación de los hombres por el caudillo, esos hombres providenciales que eran elevados por las multitudes como héroes de los pueblos. A pesar de haber matado a su familia, el niño se ilusiona con quien ya para entonces era un símbolo de la guerra, la revolución y las causas sociales en gran parte del norte de México: Francisco Villa (o Pancho Villa, para decirlo de una manera mas popular).

Excelente película esta. Una cinta que deberíamos rescatar como ejemplo de cinematografía. Una cinta que sin lugar a dudas, es ya un símbolo del cine mexicano y que trasciende el tiempo en que fue filmada, cuando las metrallas de la revolución aun estaban en el recuerdo de los jóvenes.

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