domingo, 15 de noviembre de 2020

POLÍTICA ESTADOUNIDENSE: Joe Biden o el regreso del catolicismo en la Casa Blanca





El próximo 20 de enero, terminará la era de Donald J. Trump en los Estados Unidos de América. El ególatra, pendenciero y autoritario empresario de bienes raíces y del espectáculo Donald J. Trump deberá entregar el mando de la nación, después de perder la reelección, pasando a la lista no menor de hombres (hasta el día de hoy solo hombres) que, habiendo ganado la Presidencia de los Estados Unidos, fracasaron en su intento de reelegirse. El efecto Trump, que fascinó a muchos votantes en 2016, este año se redujo y como consecuencia, el personaje que ganó la Presidencia sin haber competido anteriormente en ninguna elección popular (sin ser un político de carrera) perdió la elección de este mes. Donald J. Trump comenzó su batalla por la Presidencia de su nación atacando, en twitter, de forma xenófoba y hasta racista a los mexicanos, y abandonará su puesto tras un año de mala racha que el electorado de estados clave le cobró en las urnas. Como consecuencia del resultado de la elección, un nuevo hombre llega al poder en enero del año entrante. Ese hombre se llama "Joseph Robinette Biden Jr"; más conocido públicamente como "Joe Biden". Un demócrata ya mayor (tendrá 78 años al asumir la Presidencia) que en dos ocasiones anteriores, en 1988 y en 2008, intentó obtener la nominación de su partido para competir en elecciones presidenciales. 

Joe Biden; un hombre de varios fracasos, importantes puestos políticos y también un hombre practicante de la religión católica, apostólica y romana: en síntesis, un político católico. Esto último, el hecho de que Joe Biden sea católico, puede parecer un dato menor y hasta de simple ficha biográfica; incluso, para algunos hasta puede ser una frivolidad mencionarlo. Un dato sin importancia si desconocemos la importancia de la religión en la sociedad estadounidense y el papel del protestantismo entre los "valores fundadores" de la nación americana más poderosa y la segunda más extensa del continente. Porque en efecto, el protestantismo fue uno de los valores o conjunto de elementos que fundaron la esencia de los Estados Unidos de América; y ha sido la rama del cristianismo predominante en la política, la ideología y hasta en los negocios; si bien en este último ámbito, y desde hace varias décadas, el judaísmo ha ganado poder e influencia social. Un católico en la Presidencia de la nación más poderosa del planeta y quizá, hasta el día de hoy, de la historia mundial, es una rareza que no pasa desapercibida pese a ser la religión de una persona un dato menor. Y pese a que, desde su fundación, Estados Unidos separó la religión de la política y adoptó el laicismo como doctrina institucional; no ha sido nunca este país una nación clerical como lo fue la España del imperio en "donde no se ponía el sol" o la Rusia zarista, por mencionar ejemplos del pasado. O como varias naciones del mundo árabe en los tiempos actuales. 

Desde luego, una cosa sí debe mencionarse: Joe Biden no es quién va a pasar a la historia como el personaje que rompa el monopolio protestante en la Casa Blanca. Aun cuando la llegada de un católico a la Oficina Oval aun es una rareza, el monopolio protestante en la residencia presidencial de los Estados Unidos ya había sido roto anteriormente. Porque en Estados Unidos ya antes hubo un mandatario (muy popular y carismático, a diferencia de Joe Biden) que fue, en vida, creyente del catolicismo. Uno que pasó a la lista no muy corta de presidentes asesinados en el ejercicio de su cargo. Y uno que pasó a la historia de su país por lo de la crisis de los misiles en Cuba, su presunto amorío con Marilyn Monroe y por su aire jovial que trajo a la Casa Blanca tras ocho años de gobierno de Dwight David Eisenhower y su marca más bien formal y seria. El católico al que nos referimos es John F. Kennedy. 

En efecto, John Fitzgerald Kennedy fue el primero, y hasta el día de hoy el único presidente de los Estados Unidos de América en ser miembro de la comunidad católica. Y en su momento, cuando el joven mandatario era candidato del Partido Demócrata a la Presidencia de los Estados Unidos, el catolicismo de Kennedy fue un tema de campaña. Desató su posible triunfo electoral temor en sectores protestantes muy conservadores; para ellos, la idea de tener a un mandatario católico podría significar que el Vaticano o el Papa pudieran influir en las decisiones presidenciales de su administración. Todo esto refleja la importancia que la religión tiene en la vida pública del pueblo estadounidense; aun cuanto, como se ha mencionado en líneas arriba, Estados Unidos sea un país oficialmente laico y ajeno a la religión. Tanta importancia tiene el protestantismo que los sectores de la ultraderecha o extrema derecha estadounidense imponen como uno de sus requisitos para ser considerado un ciudadano de la nación el ser protestante. Los grupos del Ku Klux Klan (que en los años sesentas se volvieron muy activos en contra de las protestas de la población  negra por el reconocimiento oficial de sus derechos ciudadanos) tienen entre sus fundamentos ideológicos el anticatolicismo: el odio a la religión y a la iglesia católica es parte de la serie de ideas de la ultraderecha estadounidense, así como en España, Latinoamérica y otros países mayoritariamente católicos la ultraderecha nativa tienen entre sus fundamentos ideológicos el rechazo y el odio al protestantismo. 

Así pues, podemos ver que el tema del catolicismo en la familia presidencial no es tema sin importancia. El catolicismo de Kennedy fue, en su día, un tema de debate e interés. Quizá hoy el día, el catolicismo de Joe Biden sea un tema menos polémico de lo que lo hubiera sido en los sesentas, pero aun es tema de gran importancia en la sociedad de ese país. Y finalizamos con las palabras de John F. Kennedy en plena campaña electoral (en la que contendió contra el republicano Richard M. Nixon, años después Presidente de los Estados Unidos). Palabras en torno a su religión. 

  "La iglesia no habla por mí. Yo no soy el candidato católico a Presidente. Soy el candidato del Partido Demócrata a Presidente, que resulta que también es católico. No hablo por mi iglesia en temas públicos y la iglesia no habla por mí".