martes, 4 de julio de 2017

EL 4 de julio de 1776 como símbolo y realidad: El acta de fundación de un futuro imperio, o la "nueva Roma"


El 4 de julio es un día importante para una nación: Estados Unidos de América. Y dada la importancia política, social, económica, militar y cultural de dicho país, la fecha es importante para el mundo entero, aunque gran parte de la población mundial lo viva como otro día más. Para otro sector de población mundial no menor, en cambio, el día no pasa desapercibido: para algunos, es un motivo de festejo; para otros solo de interés académico; para no pocos es un día aciago. Pero el caso es que el 4 de julio es una celebración en los Estados Unidos: ese día se conmemora su "Declaración de Independencia". Así con mayúsculas.

La "Declaración de Independencia de los Estados Unidos" es el documento aprobado y firmado en la ciudad de Filadelfia (más específicamente en lo que ahora es el "Salón de la Independencia") que proclamó la independencia de las "trece colonias" británicas de la costa atlántica de lo que ahora es Estados Unidos. Independencia respecto de su metrópoli: Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte; en síntesis, la albiónica Gran Bretaña; el "imperio de los siete mares", como se le conoció en el siglo XIX y gran parte del XX. Este suceso, la aprobación y firma de la Declaración de Independencia de las Trece Colonias ocurrió en un contexto de guerra; guerra de independencia de esas colonias contra los británicos; los cuales, naturalmente, no querían perder sus dominios de la Norteamérica atlántica. Y desde luego, con la aprobación y firma de ese documento, no se inició la independencia de esas trece colonias; ni siquiera su unificación en una nueva nación llamada "Estados Unidos". Faltaba ganar la guerra. Todavía no ocurrían las batallas de Saratoga y Yorktown, ocurridas en años posteriores a 1776.

En realidad, la independencia de las trece colonias norteamericanas sería una realidad hasta la firma del Tratado de Paz de París de 1783; tratado que puso fin a la guerra de Gran Bretaña contra Francia y España (gobernadas ambas por la Dinastía de Borbón, aunque con diferente soberano cada una) y además, se reconoció la independencia de esas trece colonias. Y fue así como surgió, por fin, esa nación que ahora llamamos "Estados Unidos de América"; hoy en día uno de los países más extensos del planeta (lugar número 4) y hoy en día una de las tres potencias militares más poderosas del mundo; si bien en aquellos años, cuando surgió, tenía esa nación un cuarto del territorio actual y era un país no muy fuerte militarmente hablando. Ni que decir que para ese entonces, Estados Unidos aun no era ninguna influencia en el área cultural y social; quizá solo políticamente hablando, pues su lucha de independencia bien pudo haber inspirado como ejemplo para sectores ideológicos y políticos de otras tierras.

No obstante, la aprobación de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos sentó las bases de muchos de los valores propios de los Estados Unidos en términos políticos; es el símbolo y el germen del nacimiento de ese país. Fue un impulso en el ánimo independentista de los colonos norteamericanos; con el tiempo, sus descendientes levantarían un nuevo imperio. Un imperio poderoso y abusivo en muchos aspectos, pero con valores democráticos de por medio; en pocas palabras, una potencia no muy diferente a lo que en la Antigüedad había sido Roma; por supuesto, con diferencias no menos esenciales, desde luego. Un país que, al mismo tiempo que nació con valores republicanos y de cultura parlamentaria, también nacería con manchas sociales como es el caso de la segregación racial, étnica y la esclavitud de la población negra. Pero un país que ha sabido transformarse en algo más liberal; un país que sin haber dejado los rastros de esa "América profunda" sigue su camino en el ascenso de los derechos civiles y la igualdad racial. Y si bien el 4 de julio no es el inicio de esa gestación, sí fue el suceso que encarriló ese proceso de manera definitoria; la independencia de las trece colonias debe enmarcarse en un contexto internacional de Revolución Industrial, Ilustración, transformación económica y crisis del imperialismo británico; aunque una crisis momentánea de la que se repondría tras las guerras napoleónicas. Lejos queda el "4 de julio de 1776"; pero solo en el tiempo, más no en la memoria popular estadounidense.