domingo, 7 de agosto de 2011

EL régimen político de la revolución mexicana: analizar el pasado para comprender el presente











El presente, si queremos comprenderlo de manera clara, vuelve necesario tener presente el pasado inmediato. El tiempo añejo que ya se fue, pero que persiste en la cultura y en las costumbres, además de otros aspectos. Este ensayo pretende eso: comprender la realidad política de nuestro tiempo (el contexto que viene desde fines de la década de los noventa hasta la actualidad) partiendo del análisis de la realidad vivida durante la mayor parte del siglo XX. Los Cien años de confusión, Como le llamó al siglo XX Macario Schettino.

El siglo XX mexicano, como ya mencioné en otra entrada, tiene presencia en varios aspectos. El siglo XX mexicano persiste en las herencias que construyó y nos dejó: la corrupción institucionalizada, el sindicalismo corporativo y poderoso, la pésima calidad educativa, el ejido, la cultura nacionalista plagada de cierta xenofobia y simbolismos, el mito del agrarismo y la revolución que "hace justicia al pueblo", el estatismo en sectores estratégicos claves como el petróleo y la electricidad, el burocratismo, el narcotráfico, la piratería, el gangsterismo policial y político, la compra de votos en elecciones, etcétera. El México del siglo XX persiste también en problemas que en aquel México añorado por algunos ya eran herencia de otros pasados más remotos: la pobreza mayoritaria, el caciquismo rural, el analfabetismo numeroso, las supersticiones y prejuicios religiosos, entre otros.

Este asunto viene a cuento por aquello del probable regreso de ese México del siglo de la revolución. Como se sabe, en 2009 el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ganó, en elecciones intermedias, la mayoría de la Cámara de Diputados, amén de ganar, ese mismo día, la mayoría de las gubernaturas en juego (excepto la de Sonora). En 2010, el PRI ganó la mayor parte de las gubernaturas en juego (solo perdió tres: Oaxaca, Puebla y Sinaloa). Finalmente, en este 2011 el antiguo partido gobernante ganó las elecciones del Estado de México. Este triunfo de su candidato a Gobernador es simbólico e importante: el Estado de México es la entidad más poblada, y su actual Gobernador (Enrique Peña Nieto) es la carta fuerte del partido en las elecciones federales y presidenciales del año próximo. Además, el PRI ganó las gubernaturas de Nayarit y Coahuila. Con todos estos triunfos, el regreso del PRI a la Presidencia es algo muy probable (algunos lo consideran ya seguro).

Si bien todavía no es totalmente seguro, es un hecho de alta probabilidad. Y es un hecho que sectores no muy escasos de población aplaude el regreso del PRI, por considerar al partido tricolor el indicado y el destinado para corregir los problemas que hoy aquejan: crisis económica, desempleo, falta de oportunidades, violencia extrema en el norte y otros estados del centro del país y la falta de horizontes claros. Aunque también hay que comentar, y esto es muy importante dejarlo en claro, que también existe un enorme sector de población que no quiere ni al PRI ni a los demás partidos, y esto podría ser la mosca en la sopa en el año próximo. De hecho, la mayor parte de los triunfos electorales del PRI se debieron al abstencionismo electoral. Esto fue muy notorio en 2010, en las elecciones estatales de Chihuahua y en las regionales de Baja California. En el primer caso, el triunfo de César Duarte Jáquez (actual Gobernador del estado), se obtuvo con solo el 35 % del electorado participando en la elección, y de ese 35 %, hubo un numeroso sector que votó por otras opciones. En ese mismo caso, los triunfos de los candidatos a presidentes municipales en la capital (Chihuahua), Juárez y Cuauhtémoc se presentaron en ese ambiente. En cuanto a Baja California, el asunto del abstencionismo estuvo peor: solo votó el 30 % del electorado en todo el estado. El PRI obtuvo, eso si, las presidencias municipales del estado, que son cinco.

Pero es un hecho que un sector numeroso apoya la idea del regreso del PRI a los Pinos. El regreso de una Presidencia apoyado por la maquinaria corporativa del único partido en el mundo que lleva los colores de la bandera de su país. El único partido que surgió desde el Estado mismo: el partido que estuvo en el poder a nivel nacional sin pasar por la oposición. Este enorme sector de población tiene razón al afirmar que el país vive situaciones difíciles, y de que se necesita un cambio. Pero ¿será el PRI el indicado para sacar al país de los males que aquejan a la nación mexicana? Al votar por el PRI ¿no estarán, en realidad, idealizando un pasado añejo?

Para entender el presente y responder la pregunta, debemos estudiar y analizar el régimen político del siglo XX mexicano. El sistema herencia de la revolución mexicana, el que diseñó y terminó de armar el primer Presidente imperial: Lázaro Cárdenas del Río. Estudiar ese régimen no en los sucesos importantes (que llevarían un libro entero) sino en sus características esenciales, en sus orígenes, en sus aciertos y debilidades, en sus fallas y vicios, y finalmente, en las circunstancias de su caída. Eso pretende este ensayo: estudiar y comprender al régimen de la revolución mexicana, cuya clase política tuvo el gobierno de su país (México) mas que cualquier otro régimen del siglo XX. Más que los regímenes comunistas de Mongolia y la URSS. Como dato adicional, los regímenes comunistas de Corea del Norte y China, que son ambos los regímenes mas longevos del siglo anterior que aun sobreviven, aun tendrán que permanecer mas de veinte años para superar al de la revolución mexicana.

  • Bases y características esenciales del régimen de la revolución mexicana


El régimen político de la revolución mexicana es complejo. Complejo en muchos sentidos. Complejo, para empezar, en cuanto a su duración: cuando comenzó y cuando terminó. La mayoría de las personas con ciertos conocimientos históricos señalan el año 1929 (mas específicamente a partir del 4 de marzo) cuando debió comenzar el régimen de la revolución mexicana; el sistema priista. La mayoría, también, señalan el año 2000 cuando terminó.

La primera fecha (la de cuando comenzó) es inexacta. El 4 de marzo de 1929 ocurrió un hecho histórico ligado al régimen, en efecto: la fundación del Partido Nacional Revolucionario (PNR). El partido oficial, pues, aunque con otro nombre, otras siglas, otros principios básicos o ideario y otras características esenciales. El partido oficial fue cambiando a lo largo de los años (de nombre, de siglas, de principios básicos y de características) pero es el mismo instituto el que se fundó en esa fecha y el que hoy trata de recuperar la Presidencia de la República, amén de ser la oposición más importante al gobierno actual.







La fundación del partido oficial marca la institucionalización del gobierno dirigido por los triunfantes de la etapa armada. Nada más que eso. Pero la denominada Gran Familia Revolucionaria, que naturalmente cambió de personalidades a lo largo de las décadas siguientes, ya estaba en el poder y tenía el dominio de la nación desde años atrás. Desde antes, incluso, de que terminara la etapa armada de la revolución. Y lo conservó durante décadas.
En cuanto a la segunda fecha, la del año 2000 como el fin del régimen, es discutible. Y esto porque aquí entramos en una discusión acerca de que significa la expresión "régimen político". Aunque la expresión se utiliza a menudo como sinónimo de dominio político de una facción, clase o familia política, algunas definiciones describen la expresión como sinónimo de características esenciales de la forma de gobierno de una nación. Esto significa que, aunque se utiliza el término "régimen priista" como refiriéndose al dominio de la clase política priista en el poder, en realidad podría significar las características de gobierno en México durante la mayor parte del siglo XX. Aunque la clase política del PRI mantuvo el dominio del poder ejecutivo desde la etapa armada de la revolución hasta el año 2000, el sistema político o la forma de gobierno de México no fue la misma siempre, en esta larga etapa. Como se sabe, desde años antes de que el PRI perdiera el poder ante el Partido Acción Nacional (PAN) y su candidato, el sistema político comenzó a democratizarse de manera paulatina, en parte por la presión de la sociedad, y en parte por el tiempo histórico, que volvió caduco al régimen.

La clase política priista ascendió al poder a mediados de la etapa armada de la revolución. Básicamente con la caída definitiva del régimen porfiriano en 1914 y con el triunfo, posteriormente, de la facción carrancista o constitucionalista de la revolución. Si bien los primeros caudillos de los gobiernos de la revolución (Venustiano Carranza y Álvaro Obregón) no pertenecieron al partido oficial, los cuales murieron antes de la fundación de ese instituto, si se revisan los nombres de los primeros militantes, se encontrarán militares y políticos que pertenecieron al gobierno constitucionalista y posteriormente al de Álvaro Obregón. Queda claro, pues, que la Gran Familia Revolucionaria gobernó desde mediados de la década armada hasta fines del año 2000.

En este ensayo se pretende analizar las características del régimen político mexicano en el período que cubre el gobierno de Lázaro Cárdenas hasta el año 1996. Es este el objetivo: describir el régimen instaurado por Lázaro Cárdenas, que llegó a su fin con la reforma electoral y política de 1996. ¿Como era ese sistema político producto de la revolución mexicana?




Antes de responder, es importante mencionar las características de la forma de gobierno de México antes de Cárdenas. Durante largo tiempo (con breves excepciones) en México predominó una forma de gobierno dictatorial. Hasta el comienzo de los años treinta, México tenía un sistema de gobierno similar al de otros países en América Latina: un gobierno de tendencia militar, con un caudillo como gobernante y de ideas oligárquicas. El México de los años veinte, pese a la etapa armada y al ascenso al poder de otra clase política, era similar al de 1910. Existía un gobierno militarizado, en donde los generales eran los amos de la política. Y por sobre ellos, un caudillo como gobernante, que podía o no ser el presidente, pero que gobernada a la nación. De hecho, cuando Lázaro Cárdenas llegó a la Presidencia, el país se encontraba inmerso en un período denominado como "Maximato", pues el general y jefe máximo de la revolución, Plutarco Elías Calles, tenía el gobierno en sus manos, manejando como títeres a predentes impuestos por el. Al principio de su período como Presidente, Lázaro Cárdenas estaba debajo de Calles, pero con habilidad y por medio de intrigas palaciegas al estilo de Maquiavelo, logró desplazar del poder a su mentor, en el transcurso de 1935.




Cuando Cárdenas se deshizo de Calles, se convirtió en el nuevo gobernante de la nación. Y en el nuevo jefe máximo de una revolución cuyos ideales o transformaciones se consolidarían durante su gobierno. Una de estas transformaciones tiene que ver con la estructura de poder. Lázaro Cárdenas pudo haberse convertido en un nuevo dictador, pero en lugar de ello, fundó un régimen político institucional, aunque no precisamente democrático. De hecho, el nuevo régimen fue de tipo autoritario y poco democrático.







Lázaro Cárdenas destruye el sistema político caudillista, en donde la lealtad de la clase política gobernante estaba dirigada hacia el caudillo. En lugar de ello, Cárdenas prefirió gobernar solo durante el período de su sexenio, y consolidar una forma de gobierno distinta, institucional. Una forma de gobierno presidencialista. El presidencialismo surgió con el gobierno de Cárdenas. Él inauguró esta larga etapa de Presidencia antidemocrática y autoritaria. Pero no solo eso. Justamente, y para evitar que al dejar la Presidencia alguien distinto se convirtiera en algo a lo que el renunció (un dictador de poderes amplios para eternizarse en el poder), Cárdenas consolidó toda una estructura de poder basado en contrapesos al poder presidencial, que solo tendría como efecto que una persona alargara el mando sobre su nación mas allá de su sexenio, o que ese alguien heredara la silla presidencial a un pariente.




Estas dos premisas, la de dejar el poder al terminar el sexenio, y la de heredarlo a un miembro de la familia revolucionaria (pero no a alguien de la familia presidencial) eran las dos reglas de oro no escritas del sistema político instaurado por Cárdenas. Pero para esto, Cárdenas estructuró el sistema.




La estructuración o transformación del régimen político revolucionario (o régimen priista) tocó varios aspectos. Para empezar, Cárdenas fue quien finalmente, despolitizó al ejército mexicano, sometiéndolo a las instituciones civiles. Se puede afirmar que con el se inició la era civilista, y no con Miguel Alemán Valdés (aunque fue Alemán el primer presidente civil desde hacía mas de veinte años). Además, Cárdenas reconcilió al Estado mexicano con el clero católico. A pesar de ser Cárdenas un ateo reconocido, y a pesar de haber sido impuesto por Calles, con Cárdenas se inicia la etapa de relación entre la jerarquía católica y el régimen de la revolución. Una relación que siempre fue un secreto a voces, pero que existió y que ha sido documentada. Y finalmente, la obra más importante: el corporativismo oficial. Cárdenas reunió en sindicatos o centrales oficiales a los campesinos, obreros, sectores populares, ejército y en cierta forma a los grandes empresarios. Todos tenían reparto en el nuevo régimen, a condición de someterse a las reglas del sistema.




El régimen político formado por Cárdenas era presidencialista. La Presidencia era la institución a la que se debía lealtad, y la pieza clave del régimen. El Presidente era el jefe del sistema, el gran elector, el comandante del ejército y la encarnación de los logros sociales del los sectores corporativizados. El Presidente era el centro de las negociaciones. Escogía a los gobernadores, a los senadores y a no pocos diputados federales. Finalmente, escogía a su sucesor. El sucesor podía ser un miembro de la gran familia revolucionaria, pero jamás alguien de la propia familia. Este proceso de selección era conocido como el "tapadismo". El tapado era el miembro del gabinete escogido para ser el siguiente Presidente de la República. Era el tapado porque las reglas del sistema obligaban a todos los presidenciables a ser discretos. No debían adelantarse al período de la sucesión, ni hacer campaña abierta (aunque no faltaba campaña sucia por debajo del agua entre rivales).




El Presidente era el sol del universo en este régimen. Pero su poder no podía alargarlo por mas de un sexenio. Y las otras instituciones clave eran los contrapesos. El corporativismo oficial jugaba un papel importante. Mantenía la paz social en un gobierno de corte vertical. Los obreros eran representados por la Confederación de Trabajadores de México (CTM), los campesinos, ejidatarios y en general sectores agrarios por la Central Nacional Campesina (CNC), los maestros por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), los sectores populares por la Central Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), en tanto que otros sectores tenían distintas organizaciones. Los trabajadores petroleros, así como los electricistas, tenían sindicatos propios. Los miembros de la clase empresarial eran representados por organismos oficialmente no afiliados al PRI, pero cercanos a este instituto electoral.




Además del Presidente y las organizaciones corporativas, estaba el aparato central del partido oficial. El PRI jugaba el papel de ser algo así como la Secretaría Electoral. El PRI, pese a ser el partido encargado de la campaña presidencial, era un instituto clave en este sistema mexicano del siglo XX. Sin embargo, el PRI no era todo el régimen. A diferencia de otros sistemas de gobierno dictatoriales de partido, como el de la URSS o el de países de Europa del Este, en donde el partido era el gobierno y todo miembro del régimen estaba enlazado en el partido, en el caso de México el PRI era la institución clave en tiempos electorales, pero no era el gobierno. De hecho, no todos los beneficiarios o miembros del régimen de la revolución eran parte del partido.




Este punto es importante. El régimen político de la revolución era todo un sistema en el que estaban incluidos como miembros personalidades distintas. Desde líderes estudiantiles hasta magnates empresariales ligados de una u otra forma al gobierno a través de concesiones y negocios, pasando por periodistas que recibían dinero para beneficiar en sus reportajes al régimen, intelectuales orgánicos, comandantes policiacos de mediano y alto rango, burócratas de categoría alta, maestros, y hasta miembros poderosos de organizaciones del crimen organizado y el comercio ilegal. El régimen incluía toda una red de organizaciones e individuos que de una u otra forma recibían beneficios, incluyendo a líderes de partidos paraestatales, o partidos paleros, que eran usados para dividir el voto opositor y desprestigiar a la oposición o a los movimientos disidentes, como el Partido Popular Socialista (PPS), o el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM).






Así, este régimen tenía al partido oficial (el PRI) como su instituto clave de legitimación electoral, y se puede afirmar que el logotipo del PRI era la fachada del régimen. Pero el PRI era solo parte de un sistema de gobierno y de una familia revolucionaria que detentaba el poder y el dominio de la política mexicana desde tiempos de la lucha armada revolucionaria (desde Carranza). De hecho, la oposición electoral (la mayor parte del tiempo el Partido Acción Nacional, aunque desde los setenta también otros partidos de izquierda o derecha) enfrentaban en las elecciones a todo un sistema, no solo a un partido. A la oposición se le permitía el triunfo en algunas presidencias municipales, en algunas diputaciones locales y en diputaciones federales, pero nada mas. La mayor parte de los triunfos de la oposición eran arrebatados mediante el fraude electoral, como en León, Guanajuato, en 1946, o en San Luis Potosí en 1961.

La oposición, fuera electoral, armada o callejera, enfrentaba a un régimen del que el PRI solo era pieza clave. Cuando los estudiantes de 1968 salieron a las calles a protestar contra el autoritarismo y la falta de libertades políticas, no iban solo contra un Presidente (Gustavo Díaz Ordaz) ni contra un partido (el PRI), sino contra un régimen del que el mandatario poblano solo era el jefe, y del que el partido tricolor solo era la Secretaría Electoral. Iban los manifestantes contra un régimen entero. Y lo mismo, cuando en 1986 en Chihuahua se sucedieron protestas y bloqueos de carreteras y puentes internacionales a raíz del famoso "fraude patriótico", los manifestantes cívicos no iban contra Miguel de la Madrid Hurtado solamente, ni contra su operador político (Manuel Barlett, entonces Secretario de Gobernación), ni tampoco contra un candidato beneficiado por el fraude (Fernando Baeza Meléndez). Se combatía contra un sistema entero, que incluía grandes empresarios, medios de información (24 Horas y su conductor como el ejemplo más destacado), sindicatos, maestros, burócratas de alto y mediano rango, comandantes policíacos y otras entidades. Se luchaba contra un sistema que había arrebatado de manera descarada un triunfo y que había deteriorado el nivel de vida. Un sistema político del que Miguel de la Madrid era el jefe, Manuel Barlett el operador político y Fernando Baeza el beneficiario del fraude.

En este régimen, la Presidencia de la República era la pieza fundamental. Los sectores corporativizados eran las piezas clave en el mantenimiento de la paz social, en tanto que el PRI era el organismo de legitimidad electoral y de negociación de candidaturas al Congreso. Pero otros organismo eran también piezas clave. Los medios de información, por ejemplo. Y también jugaban un papel importante nociones y servicios sociales. De entre los primeros, se cuenta el nacionalismo mexicano, esa religión política que dotaba de legitimidad histórica al régimen. De entre los segundos, se cuentan la educación pública primaria y secundaria. El nacionalismo mexicano se vio reflejado en la educación primaria y secundaria a través de los planes de estudio, el dominio del SNTE y los libros de texto únicos y gratuitos.

El nacionalismo mexicano del siglo XX, inventado por la facción triunfante en la revolución y consolidado por Cárdenas, estructuró la historia nacional (la historia oficial) a imagen y semejanza de los intereses de la familia política revolucionaria que gobernaba en el país. En esta historia oficial, dividida en etapas como todas las historias, el régimen prerrevolucionario era expuesto como una era de tiranía y opresión. Una etapa oscura en la formación nacional. La revolución era consecuencia de las injusticias sociales. La revolución se exponía, en los libros escolares, de la misma manera que en el cine de Pedro Armendáriz o María Félix; es decir, como una etapa violenta, pero de tintes románticos (visión muy alejada del horror que muy apenas mostró la película "Vámonos con Pancho Villa") y en donde el pueblo había combatido la tiranía de la mano de distintos caudillos (que en realidad representaron intereses o aspiraciones distintos y que distaban de estar unidos, salvo en la etapa 1910- 1911 y 1913- 1914). La era de los gobiernos revolucionarios eran la expresión de los deseos de los revolucionarios (y del pueblo, por supuesto).

Esta historia oficial distorsionaba el carácter de algunos movimientos disidentes. La cristiada era puesta como una reacción de la reacción conservadora, y no como un movimiento auténtico de campesinos que sin embargo también cometieron crímenes a nombre de la fe. Las campañas presidenciales de Arnulfo R. Gómez y Francisco Roque Serrano, de 1927, y sus respectivos asesinatos, eran ignorados de los libros de texto para uso escolar. Lo mismo la campaña y el movimiento henriquista, aun mucho después de los años cincuenta. El movimiento estudiantil de 1968, lo mismo que la guerrilla de Madera y el fraude contra el navismo, eran ignorados de los libros de texto escolar aun después de los años sesenta. Sobra decir que igual destino tuvieron los fraudes electorales de los años ochenta y las protestas del neopanismo.

De una u otra manera, la historia oficial se impuso en la mentalidad del mexicano. El papel de la educación y el nacionalismo funcionaron en muchos sentidos como actores del régimen. Tanto así que Macario Schettino ha observado que el nacionalismo y el ensalzamiento de los héroes patrios se quedaron en la mentalidad popular aun cuando el régimen de la revolución ya dejó de existir. También quedaron como herencia mental la visión estatista de la historia: la idea del Estado como redistribuidor principal y el administrador de los sectores económicos clave (el petróleo, la electricidad, el agua, los transportes, la energía solar, entre otros).

Las palabras que mejor expresan esta visión de la revolución como obra del pueblo, son las que el diputado priista Blas Chumacero pronunció en 1952 en la tribuna del Congreso, y que cita Alejandro Rosas en su libro Mitos de la historia mexicana. Dichas palabras son las siguientes: "La revolución ha sido magnánima en todas las épocas; pero que sepan que por cada puñalada artera que quieran darle a la revolución, se ha de levantar el pueblo de México más vigoroso y más decidido a la lucha". El mismo historiador señala que entre 1952 y 1994 la palabra "revolución" fue usada en la Cámara Baja un total de 18 592 veces.

Desde estos ángulos, el régimen político de la revolución asoció la patria con el Estado. El PRI llevaba como logotipo los colores de la bandera nacional. Luchar contra el régimen era luchar contra la historia y la patria. Cuestionar el nacionalismo y la historia oficial era tarea de ilusos y temerarios hasta los años setenta. A partir de esa década, comienza el auge de obras revisionistas, distintas de la postura oficial. En los años ochenta, la revisión de la historia oficial y del nacionalismo llegó para quedarse, conforme el régimen político del PRI perdía prestigio y legitimidad, y conforme el régimen enfrentó a una oposición electoral mas fuerte. Los años noventa, de democratización política, estuvieron acompañados de un proceso de cuestionamiento intelectual a la historia de bronce y al nacionalismo oficial que ya habían iniciado los años setenta y consolidado los años ochenta.

Tenemos aquí a un régimen autoritario que controló el papel de la historia y la educación, además de ejercer cierta represión contra manifestaciones callejeras disidentes, contra periodistas y contra medios de prensa independientes. Pero que a pesar de todo, en lo que se refiere a manifestaciones y a críticas en la prensa, permitía ciertos límites. El régimen priista no fue totalitario ni pretendió someter a la cultura y a la sociedad a moldes estrechos de control, pero fue indudablemente vertical y autoritario. Un régimen cuyas características fueron el autoritarismo, la falda de democracia, el presidencialismo, el corporativismo, el civilismo y el control de los militares. En este régimen, los militares (los altos mandos) eran parte de un sistema, pero no eran los amos de la política, como en los orígenes del régimen, o como en el régimen anterior a la revolución. Un régimen de aires populistas y de principios económicos estatistas, orientados a la idea de la economía mixta como la fuente de desarrollo social y económico.

Las bases de este régimen eran instituciones centrales como la Presidencia, el partido oficial y los sectores corporativos. Además, el nacionalismo oficial y el papel de la educación como fuentes ideológicas de legitimidad histórica. Este tipo de sistema político gobernó a México entre los años de Cárdenas hasta 1996, con la reforma política que independizó las instituciones electorales y puso el conteo de los votos en manos de la ciudadanía en las casillas, y funcionarios plurales en los órganos distritales y federal. Aunque es importante mencionar que como consecuencia de la presión de la ciudadanía en los años ochenta, el régimen ya había comenzado a democratizarse, y también a desintegrarse. El ideal económico y el nacionalismo ya habían sido revertidos por la política económica del neoliberalismo que se impuso desde mediados de los ochenta. Para 1996, el régimen ya no existía en la visión económica. Persistía solo en lo político, aunque ya iba en decadencia. Y en el aspecto ideológico e histórico, ya existía más libertad de cuestionamiento a nivel intelectual y periodístico.

El régimen político de la revolución mexicana fue muy peculiar respecto a otros regímenes autoritarios de la época. Fue un régimen político que algunos calificaban de "indescriptible". El régimen del PRI aparentó ser una democracia, tanto por la rotación del Poder Ejecutivo como por la existencia de elecciones y la participación de la oposición en ellas. Además del carácter civil y de la falta de fraudes escandalosos durante la mayor parte del siglo (no es causal que el fraude electoral de 1986 en Chihuahua haya atraído tanto la atención mundial en Estados Unidos y Europa Occidental, pues desnudó al régimen, aunque ya la matanza de Tlatelolco había consternado a televidentes en el extranjero). Este régimen recibió diversos nombres que le fueron aplicando.

Dos de los nombres mas importantes (los más conocidos) son los términos "dictadura perfecta", del novelista peruano Mario Vargas Llosa, y el más moderno de "Presidencia imperial", del historiador Enrique Krauze. Pero otros nombres le fueron impuestos. La oposición le nombraba a este régimen con los términos "PRI- Sistema", o "PRI- Gobierno". José Vasconcelos lo bautizó como "Porfirismo colectivizado". El escritor José Fuentes Mares le puso el término "dictadura orgánica". El periodista Armando Ayala Anguiano, durante años director de la revista mensual Contenido, utiliza en algunos ensayos el término "la Presidencia priista" a secas, aunque a veces mete el calificativo de "caciquil" entre las palabras "Presidencia" y "priista".
  • Herencia actual
El régimen priista gozó de cierto prestigio entre los años treinta y setenta. La legitimidad del régimen descansaba en la idea de que aportaba progreso y justicia social, y esto compensaba la falta de democracia y libertades, además de la corrupción. Pero en los años setenta, el régimen no fue capaz de sostener un progreso económico, y esto desprestigió gravemente al régimen.

Fue entonces cuando a inicios de los ochenta, con la economía en quiebra, la corrupción más asquerosa y ante la falta de legitimidad y prestigio del régimen, cuando el pueblo comenzó a manifestarse en las urnas. El PAN fue el mayor dolor de cabeza del régimen en tiempos de Miguel de la Madrid. El régimen estaba impotente. El fraude electoral se incrementó, de manera burda y descarada. Oaxaca, Baja California, Chiapas, Sinaloa, Guanajuato, Michoacán, San Luis Potosí, Puebla, Coahuila, Sonora, Nuevo León y el Estados de México fueron el escenario de fraudes y protestas. El caso Chihuahua fue el colmo, y lo que atrajo la atención internacional, máxime que un grupo de intelectuales firmaron un manifiesto denunciando el fraude y demandando nuevas elecciones (la Organización de Estados Americanos y el Vaticano tuvieron que intervenir, uno para fallar a favor del PAN y el otro para contener la rebeldía del clero local).

En las elecciones de 1988, con el caso Chihuahua a cuestas, y con las numerosas protestas, el régimen tuvo que comenzar a ceder espacios. A pesar del fraude que colocó a su candidato (Carlos Salinas de Gortari) en la Presidencia de la República, en esas mismas elecciones la oposición obtuvo un número nunca antes visto de diputaciones federales, además de sus primeras senadurías. En 1989 se reconoció el primer triunfo del PAN en elecciones a Gobernador (en Baja California) para amortiguar la presión social. Para 1994, México se había democratizado de manera destacada. Había estados gobernados por la oposición aparte de Baja California (Guanajuato y Chihuahua), más libertad para manifestarse en las calles y más libertad de crítica. Existían consejeros independientes en el Instituto Federal Electoral (IFE) y mas inclusión de disidentes en los órganos electorales. Y sin embargo, en lo político el régimen subsistía. El fraude electoral fue todavía una mancha en el sexenio salinista (Michoacán, Guanajuato, San Luis Potosí, Tabasco y Chiapas). En 1996, después de la crisis de 1995, la reforma política independizó al IFE y acabó con el predominio del PRI en el conteo de elecciones, además de poner las casillas en manos de la ciudadanía. Ese año terminó el sistema político impuesto por Cárdenas. La clase política revolucionaria del PRI perdió las elecciones presidenciales de 2000 bajo este esquema político. El PRI terminó su largo reinado en el Ejecutivo Federal el 1 de diciembre de 2000.

Y sin embargo, el régimen continúa en varios aspectos. Como establece Gabriel Zaid, sacar al PRI de los Pinos y a su clase política no fue sacarlo de los sindicatos, de la burocracia y de otras ramas de poder. El régimen subsiste en el corporativismo que obstaculiza reformas, en las leyes diseñadas para un régimen autoritario, en la educación y en el nacionalismo que muchos mexicanos llevan arraigado. Los ejidos son herencia del régimen de la revolución. Los cacicazgos locales son otra herencia de tiempos añejos recientes, que la democracia no ha terminado de borrar.

Además, como han observado Héctor Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda, el autoritarismo estilo PRI, con un Ejecutivo fuerte, subsiste en gran medida en la mayor parte de los estados, esto a nivel estatal. En estos estados el Ejecutivo tiene cierto control de la prensa y del congreso local, aprovechando una mayoría de su partido. Un fenómeno bautizado como "feuderalismo".

Como se ve, es falso que todos los males actuales se deban a un partido (el PAN) y a dos presidentes (Vicente Fox Quezada y Felipe Calderón Hinojosa). Los males de la nación se deben a la herencia de los años de dominio de la familia revolucionaria priista, y más especificamente, a los años del sistema inaugurado por Lázaro Cárdenas, que fue un atraso en lo social y económico, y que revivió viejas nociones de la época colonial. tales como un Estado paternalista encargado de los desfavorecidos, el estatismo económico, el carácter unitario de la educación y el nacionalismo fantoche, marcado con ciertos aires de xenofobia y falta de pluralismo cultural.

Una vez descrito el sistema anterior, y después de estas consideraciones de la actualidad ¿se puede establecer la pobreza mayoritaria, el narcotráfico y la violencia del crimen organizado como consecuencia de dos gobiernos de distinta procedencia al del PRI? Al votar y concebir al PRI como el salvador de los males actuales ¿No se estará en riesgo de volver, aunque sea de manera muy breve y con menos autoritarismo, a un tiempo aparentemente mejor?





martes, 17 de mayo de 2011

OSAMA Bin Laden: muerte al rey del terror






El 1 de mayo de 2011 fue muerto, en Pakistán, quien fuera el terrorista más famoso del mundo desde 2001: Osama Bin Laden. El suceso ocurrió en la ciudad de Abbottabad, al norte del país árabe, cerca de la frontera con Afganistán, cuando unidades especiales de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos hicieron un operativo armado con la idea de acabar con el famoso musulmán. El operativo no fue casual. Estuvo diseñado desde la Casa Blanca desde algunas semanas antes.



La muerte de Osama Bin Laden ocurrió en el tiroteo que se produjo. Según las fuentes de información, Osama Bin Laden fue muerto de un balazo en la cabeza. La ejecución de Osama Bin Lade, según algunas versiones, no fue accidental. Fue hecha de manera intencional.



La muerte de Osama Bin Laden, sea como haya sido, es histórica, por varios motivos. Para empezar, Osama Bin Laden era una persona famosa en el medio del terrorismo, y esto ya habla por si solo para concederle importancia mundial al suceso. Era el enemigo número uno de Estados Unidos, del liberalismo, de la democracia y en general, de Occidente. El atentado a las torres gemelas, el 11 de septiembre de 2001, marcó de alguna manera a toda una época en la historia de la humanidad, más especificamente de la posguerra fría.



La muerte de Osama Bin Laden dará de que hablar por un tiempo bastante largo. Será quizá el suceso más importante en cuanto a terrorismo del año 2011. Probablemente, por la importancia del personaje ya histórico en la etapa que inicio en 2001, su muerte sea el suceso más importante del año, opacando a cualquier otro, como los óscares, el futbol, entre otros. La muerte de Osama Bin Laden será un agravio de grandes proporciones para el islam radical, y obviamente tratarán de vengar al caudillo. Estados Unidos y el mundo democrático deberán guarecer la seguridad por un tiempo bastante largo, si no es que convertir esas medidas en algo que perdure como fundamento de la seguridad.



Los atentados del 2001 marcaron una etapa de la posguerra fría, que la muerte de Osama no borrará. De hecho, los sucesos del 11 de septiembre en realidad son el símbolo visual e histórico de una etapa que se inició cuando la guerra fría terminó: la etapa de la rivalidad entre Occidente y el mundo islámico. Civilización occidental contra islam radical. No será una etapa que se termine de la noche a la mañana, por muy importante que haya sido el líder fallecido, y por más impacto que haya tenido entre sus seguidores militantes.

sábado, 2 de abril de 2011

LOCOS por la ciencia y El chavo del 8 animado: dos programas de fantasía y ficción




El mundo de la televisión ha producido, a lo largo de su historia, programas de diverso tipo. La diversidad de temáticas y géneros es variada realmente. La televisión lo mismo ha producido programas de comedia (estos son los que más abundan), de terror, de suspenso, de ciencia ficción, etcétera.


Durante la primera década del siglo XXI (los años 2000) la televisión produjo una cantidad elevada de programas de televisión. De estos programas, se destacan dos. Estos programas fueron producidos en países diferentes, y alejados geográficamente entre si: Australia y México. El programa australiano es Wicked Science (traducido en España como Locos por la ciencia y en Latinoamérica como Ciencia traviesa). El programa mexicano del que hablaré en esta columna es El chavo del 8: la serie animada.


Wicked Science


Wicked Science (al que el autor de estas líneas le gusta designar con el nombre de traducción de España: Locos por la ciencia) es un programa que puede definirse como de ciencia ficción. Aunque los capítulos están orientados más a los problemas y enfrentamientos entre los personajes que en el aspecto científico, es un programa que utiliza el elemento ciencia como factor de fondo y elemento esencial. No es drama ni comedia, aunque el programa contiene escenas chistosas y situaciones que producen risa.


El programa fue producido, según la fuente de wikipedia, por ZDF Enterprises (ZDFE), y el primer capítulo, en donde el don científico de supergenio fue inventado, fue transmitido el 1 de agosto de 2004. El año 2006 sería el del último capítulo, aquel que deja serias dudas en torno al futuro de una posible relación amorosa. El programa sería transmitido a diversos países por empresas de televisión diferentes.


El programa tiene como elemento principal la ciencia, algo que otras producciones televisivas o cinematográficas envuelven en una historia complicada o compleja, con palabras o conceptos elaborados y que tienen significados a veces difíciles de comprender, como es el caso de Matrix. Sin embargo, pese a eso, Locos por la ciencia contiene historias sencillas, que como ya expliqué, se centran más en los problemas y los pleitos entre grupos estudiantiles (la clásica rivalidad entre los "buenos" y los "malos"), las pasiones amorosas y otras cosas que en la ciencia como tal.


La historia se centra en dos estudiantes de educación media superior en Australia: justamente el protagonista y la antagonista del programa. O mejor explicado, el líder de los "buenos" y la jefa de los "malos" (aunque aquí realmente los "malos" no lo son tanto, pues no llegan a cometer crímenes horribles, tienen sentimientos humanos y solo la jefa de ellos tiene ambiciones oscuras, en tanto que sus amigos en realidad son personas mas bien ñoñas). Toby Johnson (caracterizado por el joven actor Andre de Vany) es el protagonista de la serie, y es un estudiante amable, agradable y aparentemente positivo y de buen humor. Es Toby un estudiante de regular desempeño, pero de cierta astucia e inteligencia digamos normal. Su mejor amigo es Russel Skinner (interpretado por el actor Ben Schmideg), joven también de una personalidad similar a la de Toby, aunque sin capacidad de liderazgo y de una inteligencia no tan brillante en cuestiones de ciencia y arte. Un "pringado", como le llaman en varias ocasiones con la traducción española.


La antagonista de la serie, y una de las personajes principales, es Elizabeth Hawke (interpretada por la guapa actriz Bridget Neval). Ella es una estudiante de desempeño similar al de Toby, aunque de una personalidad distinta. Si bien no es mala, es la clásica egocéntrica que quiere ser la mejor de todos, o por lo menos, ser el centro de atención del instituto. Es una chica con algunos aires despóticos, personalidad arrogante y a veces falta de escrúpulos morales. Sin embargo, a diferencia de otras villanas ambiciosas, no es frívola ni superficial. Mas bien, su afán es ser la mejor de la clase y hasta tiene intelecto, aun antes de ser supergenio. No obstante, está enamorada de Toby, lo cual denota más en la segunda temporada. Tiene una amiga a la que utiliza mas bien como su ayudante, Verity McGuire. Posteriormente, se une a ese dúo un chico tan bobo como el amigo de Toby, aunque este tiene una personalidad altanera y competitiva: Garth King (Verity y Garth son interpretados por Emma Leonard y Brook Sykes, respectivamente).


La historia es de chicos normales en un instituto de Australia. Sin embargo, una noche en la que Toby y Elizabeth limpian el salón de ciencias, ocurre un incidente con una de las máquinas del lugar de prácticas. El caso es que un rayo toca a Toby y Elizabeth, levantándolos del suelo, empujándolos a la pared y ocasionándoles la pérdida del conocimiento. Russel acude en ayuda de ellos, y lograr volver en si a Toby. También Elizabeth recupera el conocimiento cuando Russel, a sugerencia de Toby, se disponía a darle respiración de boca a boca (el suceso termina en un puñetazo de Elizabeth a Russel en pleno rostro).


A partir de ese momento, Toby y Elizabeth se convierten en personas de una inteligencia científica superior a los demás mortales. Personas que son capaces de descifrar teorías científicas con una rapidez y precisión superior a los demás, o que pueden idear inventos que los demás científicos del planeta no han sido capaces de crear. Pero el resultado, en ambos personajes, es distinto. Mientras que Toby solo utiliza su don sin grandes ambiciones, y hasta desea revertirlo durante la primera temporada, Elizabeth lo utiliza en cambio para dominar al instituto donde estudia o bien, humillar a los que considera sus adversarios (durante la primera temporada se enfrenta de manera constante a Dina Demiris, amiga de Toby y Russel; y durante la segunda a la prima de Toby, de nombre Sasha Johnson, aunque también detesta a la novia de Toby en esa temporada, Nikki Bayley).


También, durante el transcurso de la primera temporada, Elizabeth concibe utilizar su don de supergenio para proyectos que le den fama, incluso de manera peligrosa, como clonar un tiranosaurio rex, y esta es la causa por la que Toby y sus amigos desean detenerla y revertir los efectos del rayo. De hecho, la primera temporada es mas candente en conflictos entre los clásicos buenos y los otros. Esta temporada se distingue de la otra en ese sentido: se centra, por lo menos en los últimos capítulos, en detener a Elizabeth y revertir el don de supergenio, lo cual se logra finalmente. Pero en la segunda temporada, el don vuelve en Elizabeth y Toby, y la competencia entre los dos bandos también, si bien ya ni Toby ni sus amigos intentan revertir el efecto del rayo. Es mas, en esta temporada, el enemigo principal, tanto de Toby como de Elizabeth, es Jack Bailey, un estudiante del instituto de trato agradable, aunque ambicioso e inescrupuloso, que por azares del destino, descubre el don de Elizabeth y Toby y trama planes para revelarlo a los demás o apoderarse de inventos de Toby y utilizarlos en beneficio propio. Como consecuencia de ello, tanto Toby como Elizabeth y sus respectivos equipos se unen en varios capítulos, llegando a colaborar juntos.


De este programa solo se hicieron dos temporadas, de 26 capítulos cada una. La serie fue inventada pensando en los niños, pero la forma como se dan los eventos, y el hecho de que incluyan un reparto de actores juveniles como el centro de atención, hace que el programa sea mas juvenil que infantil. El programa ha adquirido notoria popularidad en varios países, y pueden verse transmisiones en youtube. Incluso, es de destacar que como sucede en muchas producciones televisivas (series o telenovelas) la villana se ha vuelto el personaje mas popular y admirado por numerosos aficionados del programa. En los videos de youtube, es común encontrar opiniones a favor de ella, o comentarios agresivos hacia el personaje de Dina, quien fuera en la primera temporada la enemiga de la antagonista. Esto es algo que puede ser interesante, el como un personaje ficticio puede alcanzar tal fama y popularidad. Tanto así que en varias páginas que hablan del programa, el nombre del personaje en cuestión, o el de la actriz que la interpreta, es mencionado primero que el del protagonista.


En fin, otras cosas se podrían comentar de este excelente programa. Pero sería alargarse innecesariamente, una vez que se ha descrito a los personajes principales, se ha reseñado la trama del programa y se han mencionado otros detalles. Muchos admiradores del programa han pedido una tercera temporada. Esto podría ser bueno, aunque la calidad de esta serie podría ya no ser la misma de antes. En fin, eso solo se sabría si se llevara a cabo, pero por ahora, a los aficionados nos queda disfrutar de vez en vez la serie de Elizabeth y Toby.


El Chavo del ocho: la serie animada


Respecto a la serie animada del popular chavo del ocho, es difícil opinar. Y digo difícil de opinar no porque la serie en si sea compleja, sino porque acerca de la serie del chavo de ocho animada no puede tratarse sin tener presente a la popular serie original, la que no era animada y estaba estelarizada por personas reales. Pero algo se puede opinar acerca de la versión animada del popular personaje creado por Roberto Gómez Bolaños "Chespirito". El motivo por el cual la he incluido es solo gusto personal hacia la serie.


El Chavo del ocho animado fue creado en octubre de 2006 por la empresa mexicana Televisa, la misma que produjo en los setentas la serie original. La idea fue de Chespirito. El formato y la trama en torno a lo cual gira la serie es la misma que en la serie original. Incluso, varios capítulos de la serie original se reproducen de forma animada, aunque también se crean capítulos novedosos.


La serie ha permitido mostrar a los niños en su forma real, y no del tamaño de un adulto. La serie es admirable en cuanto a la calidad estética de las imágenes. Esto es algo que me gusta del programa. La calidad de las imágenes es algo que puede darle puntos a la serie animada respecto a la serie original, que se proyectaba desde un escenario dentro de un edificio de producciones de televisa. Esto tenía como consecuencia que las escenas ubicadas al aire libre no tuvieran el brillo del cielo, y le daban un aire a veces deprimente, aunque esto no demerita para nada la calidad artística del programa original.


También, y algo que es destacable de la serie, es que los pensamientos y las imágenes producto de la imaginación de los personajes son mostrados en la pantalla. En la serie animada, es común que los niños (el Chavo del Ocho, Quico, Ñoño, Popis o Paty) jueguen a algo en específico, y lo que imagina se muestre en una nube o en un fondo distinto al de la realidad. Este aspecto no solo lo menciono por ser una de las cosas que destacan del programa, sino porque producen, a mi juicio, un aire mas agradable a la serie, y mas divertida. No por nada, me produjo risa una secuencia en donde el señor Barriga, enojado, se transforma, imaginariamente, en el superhéroe Hulk.


Aunque por supuesto, ninguno de estos detalles es suficiente para olvidar la serie original, la cual me gusta mas pese a todo. Y es que en la serie animada, por mas que las voces de los personajes sean coherentes a los del pasado, y por mas alegría y comicidad que abunde, definitivamente no supera la genialidad y la originalidad de los actores que en el pasado interpretaron a los personajes de El Chavo del Ocho: Roberto Gómez Bolaños (el Chavo), Carlos Villagrán (el popular y mimado Quico), Florinda Meza (la antipática Doña Florinda o la gangosa y chistosa Popis), Rubén Aguirre (el culto y contradictorio Profesor Jirafales), Ramón Valdés (el carismático Don Ramón, o Ron Damón, como le decían los niños), Edgar Vivar (el agradable y generoso Señor Barriga o su hijo Ñoño), Angelines Fernández (la poco atractiva y simpática Doña Cleotilde, "la bruja del 71"), Raul "Chato" Padilla (Jaimito el Cartero, el perezoso cartero de Tangamandapio, Michoacán) entre otros actores. Definitivamente el trabajo de estos actores no será jamás igualado con otras series del chavo. Solo por este motivo, y por la originalidad del concepto, la serie original supera a la de animación. Y la supera por otro motivo que no debe dejarse de lado: en la serie animada, falta un personaje. Un personaje que, mal que bien, daba mas sabor al programa original: la Chilindrina, aquella niña pícara y traviesa, hija de Don Ramón en la serie, y que fuera interpretada por María Antonieta de las Nieves.


lunes, 28 de febrero de 2011

TÚNEZ, Egipto, Libia ¿y ahora que seguirá?






Los hechos ya eran inevitables de una u otra forma, debido al deterioro de las condiciones de vida, a la corrupción gubernamental y si se quiere, a la represión generalizada. Pero fue el cierre de un puesto de frutas lo que precipitó los hechos. El 17 de diciembre de 2010, el joven propietario del puesto de frutas clausurado se inmoló frente a una plaza gubernamental. El hecho, aparentemente aislado, conmovió al pueblo, y en pocos días se inician protestas contra el régimen. Entre las acciones antigubernamentales, está el apoyo de internautas a los manifestantes, cuyos mensajes de apoyo incluso colapsan las páginas web de la dictadura militar e islámica de Túnez. Las protestas antigubernamentales van en aumento durante el mes de enero. Se anuncia, incluso, una huelga general. El régimen colapsa. En un desesperado intento de lograr el control perdido tras años de gobierno, se lanza una gran operación en la que son detenidos periodistas críticos, disidentes y activistas en general. El régimen policiaco de Zine El Abidine Ben Ali no se detiene con esta medida. Se ordena reprimir las manifestaciones opositoras. El 8 de enero se registran enfrentamientos entre las fuerzas del gobierno y los enemigos de este. El gobierno ordena toques de queda en ciudades y plazas importantes de ese desértico y africano país. Nada detiene a los manifestantes. El régimen demuestra su decadencia ofreciendo puestos de trabajo para aplacar lo que con represión es incapaz. Intento inútil. A mediados de enero, después de más de 20 años de dictadura y dominio, Ben Ali huye de su nación, como Fulgencio Batista, Anastasio Somoza y el último monarca de Iran en el pasado. El régimen instaurado en 1987 termina por fin. Se forma un gobierno provisional, y se espera que este acontecimiento marque el inicio de una era de democratización.


Pero si se había pensado que todo terminaría en Túnez, aun faltaba lo demás. Túnez abrió una oleada de protestas en otros lados de África controlados por dictaduras. En enero, luego de las elecciones de noviembre de 2010, y después de lo sucedido en Túnez, se inician protestas antigubernamentales en Egipto. Las protestas fueron en aumento, y al igual que en Túnez, no pudieron ser controladas por el gobierno. Aunque la represión a estas fue menor que en el país anterior. Hosni Mubarak, dictador desde 1981, dimite finalmente el 11 de febrero, siendo sustituido por una Junta Militar. Se afirma en diversos medios que Mubarak huyó de su país, como Ben Ali antes que él.


Y después viene el turno de Libia. En Libia, desde 1969, gobierna una dictadura islámica y antioccidental a la cabeza de Muammar Al Gaddafi. Este gobierno ha sido el responsable directo de violaciones a los derechos humanos en su país, así como de actos de terrorismo en diversas partes del mundo. Como consecuencia de esto, el Presidente de Estados Unidos Ronald Reagan ordenó bombardeos a Libia en abril de 1986. Y aun después de esto, el régimen siguió con su política de corrupción, apoyo al terrorismo y represión generalizada. Pero, a principios de febrero del presente año, la oleada iniciada en Túnez llega a las tierras de Libia. Desde hace varias semanas, se inició una guerrilla contraria al gobierno en varias zonas del país. Hasta el presente, existe una guerra civil, y la guerrilla ya tiene controladas ciudades y plazas importantes del este de Libia. El régimen resiste, pero las cuentas de la familia Gaddafi han sido congeladas en el extranjero. El asunto se discute en la ONU. Estados Unidos ha decidido apoyar moralmente al movimiento guerrillero que combate a la dictadura. Varios funcionarios y representantes de Gaddafi en el extranjero lo han abandonado ya. Gaddafi podría huir en cualquier momento, como Hosni Mubarak anteriormente. Trípoli resiste con toda la fuerza del gobierno, pero la guerrilla, como señala la prensa internacional y los medios de información electrónicos, ya controlan casi todo el este de Libia, y están decididas a avanzar hacia la capital.



Pero la ola de Túnez no solo ha llegado a Egipto y Libia, aunque son estas naciones las que más han llamado la atención de los medios de información electrónicos y de la opinión pública internacional (en el caso de Egipto por ser una nación de enorme peso histórico y político, y en el caso de su vecina Libia por ser la dictadura que la gobierna una de las más conocidas enemigas de Occidente). La ola de revueltas (en forma de protestas callejeras) contra gobiernos antidemocráticos se ha extendido ya a otras naciones del mundo árabe. Estas naciones son Marruecos, Argelia y Sudán en África, además de Yemén, Omán y Arabia en el continente asiático. Las protestas en cada una de estas naciones son diversas en grados. En Marruecos y Arabia, las protestas han llamado la atención, y son un asunto serio, pero no han sido tan alarmantes para los gobiernos de estas naciones ni han tenido la magnitud de otros lados. En Sudán, la ola de manifestaciones es similar que en Marruecos y Arabia, además de que el pretexto es un alza de precios. Pero en Yemén y Omán estas si han sido multitudinarias y han puesto en jaque a sus gobiernos. En Argelia, la ola de protestas no solo ha sido multitudinaria, sino que incluso, ya lograron el fin oficial del "Estado de sitio" que existía en esa región desde hace varias décadas. Los gobiernos de estas naciones podrían caer en cualquier momento.


Estos sucesos son importantes para la historia. Y son dignos de análisis por el hecho de que los países en donde están ocurriendo estos sucesos sean casi todos de una sola región: el Medio Oriente. Aunque el hecho de que esta ola de protestas ocurran en varios países es importante y fundamental para los cambios que vienen, y marcan una época en particular, aun si las naciones no fueran de una misma región internacional. Pero ¿Que pasará a raiz de todo esto?


Los gobiernos contra los que están ocurriendo estas protestas son de signo autocrático, despótico, piramidal, antidemocrático y totalmente antiliberales. Esto es alentador, y la situación es comparable a lo que ocurrió en otras regiones del mundo en distinta época. Es alentador porque al ser rebeliones generales contra dictaduras militares, o incluso contra monarquías absolutas como las de Arabia y Omán, se abre la esperanza de que la democracia y los derechos humanos se extiendan a la región. Y en cuanto a lo comparable, esta situación (de constante caída de sistemas autoritarios) fue algo que vivió la América Latina entre los años de 1975 y 1990. Como se sabe, durante la mayor parte de los años sesenta y setenta la región fue gobernada por dictaduras militares. Pero entre 1975 y 1990 esta situación cambió, gracias a rebeliones armadas o callejeras. En 1975, cayó la dictadura militar de Juan Velasco Alvarado en Perú. En 1976, la dictadura de Guillermo Rodríguez Lara, de Ecuador, fue depuesta después de un estado de agitación política y social. En 1982 y 1983, cayeron las dictaduras militares de Honduras y Argentina, respectivamente. La dictadura de Brasil finalizó en 1985. En Granada y Haití, países caribeños, fueron despuestas otras dos dictaduras. En el primer país, una invasión militar de Estados Unidos tumbó al gobierno militar socialista, y en el segundo, una rebelión popular derribó la dictadura de los Duvalier. En Nicaragua, una dictadura proestadounidense, dirigida por la familia Somoza fue destruida por una revolución, y la dictadura socialista que ascendió al poder tras el triunfo de esa revolución fue retirada del poder en 1990. En Uruguay, el gobierno de los militares se retiró del poder en 1985, en medio de la presión democrática de la sociedad. En 1989, la dictadura del General Manuel Antonio Noriega, que sostenía fuertes vínculos con el narcotráfico, fue derribada, como en Granada, por una invasión militar de Estados Unidos. Al año siguiente, la dictadura de Augusto Pinochet, de Chile, fue derrotada por la presión nacional y las elecciones del año anterior, después de un período de desapariciones forzadas. Como se ve, esta situación está viviendo la región árabe, aunque las dictaduras que han caído en esta zona del mundo, hasta el momento, solo han sido dos.


Sobre el futuro que le espera a las naciones árabes inmersas en olas de protestas y rebeliones, este es esperanzador, aunque no es tan seguro. Lamentablemente, no siempre la caída de un régimen antidemocrático y autocrático es el inicio de una democracia. Aunque en el caso de Libia y Argelia, podemos afirmar que si sus regímenes dictatoriales caen ante el empuje de las armas o la violencia callejera, respectivamente, estos hechos serían el inicio de sistemas democrático. En Libia, una dictadura de tendencia islámica y extremista gobierna al país, y los rebeldes que combaten a este régimen con las armas en las manos han manifestado su deseo de cambiar la situación de su país. De transformarlo en una democracia. En Argelia la situación no varía. Pero en naciones como Egipto y Yemén, la situación podría ser distinta. Para empezar, es necesario recordar que la dictadura de Mubarak era de tendencia islámica moderada, aliada en diversas ocasiones de Occidente, como sucedió en la segunda guerra del Golfo Pérsico (1991). Este dato podría precipitar a esas naciones hacia dictaduras islámicas de corte radical, y de sistemas integristas y militantes. El odio hacia la dictadura que gobernó al antiguo reino de los faraones hasta febrero de este año, podría extenderse también hacia el Occidente y sobre todo lo que representa. Esto es probable tomando en cuenta que gran parte de los manifestantes pertenecen a organizaciones islámicas integristas. En Yemén, la dictadura que actualmente gobierna representa una réplica asiática de la de Mubarak. Si esta dictadura cae, el destino de esa nación podría ser el mismo que el de Egipto. Por supuesto, estos finales no son seguros. Aunque las potencias occidentales mantuvieron cierta tolerancia hacia Mubarak, hacia la dictadura de Yemén y hacia la monarquía absoluta de Omán, esto no indica que el régimen que llegue al poder sea islámico radical. Bien podría ser un sistema democrático. No todos los que se oponen a esos gobiernos, dentro de Egipto, Yemén y Omán desearían sustituirlos por otras dictaduras, sean proocidentales o antiocidentales. Algunos desean lo mismo que los manifestantes de Argelia y los guerrilleros de Libia. Aunque es necesario recalcar que estos sectores democráticos si comparten con sus homólogos extremistas un cierto rencor y empatía hacia los gobiernos de las potencias occidentales.


Finalmente, sea cual sea la situación y el final de todas estas rebeliones, lo que ocurre será algo histórico. Lo que ocurre en el mundo árabe será recordado en relación a la región árabe, y no solo hacia un país en particular. Esta época de movimientos antisistema en varias naciones será difícil de narrarlos tomando en cuenta a una sola nación.

sábado, 29 de enero de 2011

EL México del pasado: rechazo en América Latina, ideal de imitación en Rusia





El México del siglo pasado no está muerto del todo. El México del siglo pasado subsiste en algunas costumbres comunes; en algunas deficiencias heredadas de ese pasado reciente, como el burocratismo excesivo; el enorme y costoso aparato burocrático; el estatismo en sectores clave de la economía como el petróleo y la electricidad; el sindicalismo corporativista y comprometido; el acarreo político de campesinos, obreros y otros sectores marginados; la compra de votos en elecciones; el populismo callejero de vendedores ambulantes; las obras de infraestructura costosas y mal construidas; el gangsterismo policiaco y los negocios ilegales como el narcotráfico y la piratería. El México del siglo pasado también subsiste en deficiencias que en aquel México habían sido herencia de otros pasados más remotos: la pobreza mayoritaria; la ignorancia general; la falta de cultura elemental y un estado de derecho nada confiable y totalmente vicioso.


Pues es ese México el que puede muy bien regresar, según algunos sectores y analistas, en diciembre de 2012. Es decir, en el mes y en el año en que tendrían lugar las elecciones federales presidenciales. En el año en que regresaría el Partido Revolucionario Institucional (PRI) al poder, de la mano de Enrique Peña Nieto (actual Gobernador del Estado de México) y de gran parte de la familia política que gobernó al vecino de Estados Unidos durante la mayor parte del siglo que ya se fue. Esta percepción la comparte gran parte de la opinión nacional. La victoria del PRI se ve en estos sectores como algo ya seguro, ante el radicalismo y el desprestigio del PRD y su famoso Peje y ante el gradualismo del PAN en el poder. Desde luego, esta percepción, si analizamos las cosas basados en datos y otras cuestiones, es equivocada. La victoria del PRI (con Enrique Peña como candidato o cualquier otro famoso dinosaurio priista) es posible, pero no es algo tan seguro como se piensa. Si observamos las cifras de las elecciones regionales y estatales del año pasado (2010), la mayor parte de las victorias del PRI se debieron al abstencionismo electoral. Esto fue notorio en Baja California, donde el PRI se hizo del poder en las presidencias municipales con una votación de un 30 % de los empadronados. Caso similar, aunque algo diferente por el hecho de que en ese estado también se eligió Gobernador, fueron las elecciones de Chihuahua. En ese estado el PRI y su candidato (César Duarte Jáquez, actual Gobernador) ganaron en medio de elecciones en donde solo votó entre el 30 y el 35 % de los empadronados. Aun así, el regreso del PRI al poder es posible, aunque no seguro como se piensa.

Pero subsiste la controversia de si el regreso del PRI al poder sería el regreso del sistema político que imperó en el México del siglo XX. Muchos pensadores aseguran que esto ya no es posible, aunque algunos sectores numerosos no están tan optimistas. Acerca de una posible victoria del PRI en 2012 y del regreso de su gobierno imperial y antidemocrático habló, en septiembre pasado, Mario Vargas Llosa. El intelectual que calificó al México del siglo XX como "la dictadura perfecta" sostiene las siguientes consideraciones: "No deseo que el PRI vuelva al poder en México, pero tengo la convicción de que, si sucede, no podrá ser el mismo, no tendrá el control absoluto, pues dudo que los mexicanos permitan otra vez esa manipulación de la vida pública de todo un país por un partido único". Estas palabras del escritor y novelista peruano dicen gran parte de la verdad. El PRI todavía conserva gran parte de su aparato corporativo y corrupto, y es mentira que haya cambiado en cuestiones democráticas. Pero a pesar de eso, y a pesar de que la democracia todavía no arraiga en los hábitos de la población mexicana, es verdad que el PRI ya no cuenta con tanto poder, y en ese sentido, el regreso del México del siglo XX no llegaría a tener éxito, al menos el México de los años 1929- 1988.


Independientemente de esta cuestión, el regreso del México del siglo XX es una cuestión de rechazo para ciertos sectores liberales, socialdemócratas y de una gran parte de la población. Sin embargo, mientras que en América Latina en general y en México en particular, el México del siglo XX es visto con malos ojos por personas como Vargas Llosa, Enrique Krauze, Roger Bartra, etcétera; en cambio, en los circulos altos del actual gobierno de Rusia, el México del siglo XX es un ejemplo a seguir e imitar, por varias razones. El México del siglo XX se observa en el panorama del círculo cercano a Vladimir Putin como un sistema ideal para conservar el gobierno sin compartirlo con la molesta oposición de todos los colores, pero bajo una apariencia democrática.

Acerca del particular, se hacen menciones tanto de la Rusia possoviética o poscomunista y del México del siglo XX como ejemplos de "autoritarismos competitivos". Es decir, de sistemas no democráticos pero en donde se realizan elecciones periódicas, en las cuales se permite participar a la oposición, pero en medio de aparatos e instituciones electorales manejados por el partido en el poder. Además del fraude electoral cuando la oposición gana, durante la campaña se aplica hostigamiento contra el candidato opositor, su familia y sus simpatizantes. Sistemas de dominio de una clase o familia política en el poder ejecutivo, pero en donde se respetan hasta cierto punto las libertades cívicas (como la libertad de expresión y manifestación), aunque a diferencia de las democracias, haya contra estas un clima más notorio de represión. La represión contra las manifestaciones en las calles y plazas es en estos sistemas casos de sangre y balazos muy comunes, pero la represión no siempre tiene lugar y se respetan ciertos mítines, marchas o concentraciones. Contra la libertad de expresión, se ejerce represión, pero también aquí existe un cierto respeto notorio en comparación a los autoritarismos de tipo militar o de plano a los totalitarismos. La represión contra la libertad de expresión suele ocurrir en los autoritarismos competitivos de manera distinta a los otros regímenes antidemocráticos: en lugar de cárcel, asesinatos, destierros, deportaciones o palizas contra periodistas e intelectuales, es común que ocurran amenazas telefónicas, obstaculizaciones para circular revistas o diarios, chantajes, juicios fiscales o bien, se cierran diarios y revistas. La represión se da, en síntesis, obstaculizando la circulación de revistas y diarios críticos o cerrando espacios de opinión a los disidentes del régimen. Aunque en los casos de autoritarismos competitivos más represivos si ocurren las otras formas de represión, pero no tan frecuentemente como en los sistemas totalitarios o de autoritarismo militar y solo contra activistas políticos o críticos demasiado radicales.

Entre los casos de sistemas de autoritarismo competitivo, además de la Rusia poscomunista y el México del PRI, están el Perú de Alberto Fujimori; Mozambique en la actualidad; la Venezuela de Hugo Chávez; el Cuba de Fulgencio Batista; Bielorrusia, Ghana y Senegal en los noventa, entre otros. El autoritarismo competitivo y antidemocrático, basado en un monopolio del poder pero con ciertas libertades fue una realidad en el México de la mayor parte del siglo XX, y parece ser una realidad en la Rusia de la era pos guerra fría.

El México del PRI, o del régimen "emanado de la revolución hecha gobierno" es mal visto entre grandes sectores de América Latina y de México en lo particular, pero es al mismo tiempo un espejo ideal de los miembros del actual régimen político ruso. Si para grandes sectores de la opinión nacional mexicana el regreso de un sistema estilo PRI sería un retroceso, ese mismo estilo quizá sería tolerable en la Rusia que aun recuerda la etapa del totalitarismo soviético comunista, con campos de concentración, hospitales psiquiátricos reservados para los disidentes, policía secreta controladora de la vida cotidiana, prohibición de emigrar y otros elementos que hacen al PRI- Sistema mucho más democrático y tolerable.

Este interés de Putin y su círculo cercano de políticos por el sistema que predominó en México durante el siglo pasado se deja asentado en un artículo publicado en noviembre de 2009 por Michael Iriarte llamado "México hoy, su futuro y su pasado como guía". El autor habla de retos y problemas que enfrenta el México actual pos PRI- Sistema. El autor revela que el diario británico Financial Times abordó el 19 de octubre de ese mismo año a Rusia, y se trató la cuestión política. Según el diario, aunque algunos se interesan por analizar el modelo chino como posible paradigma a seguir, a Putin y su camarilla les interesan otros países: Japón y México. En el caso de la nación americana, el período de interés es el siglo XX, o sea, el México del régimen de la revolución. El México del PRI interesa a Putin y su corte por el motivo ya mencionado: se trata de un régimen político longevo (el más longevo del siglo XX) en donde una familia política mantuvo el poder y el dominio de la política de la mano de un partido, pero bajo una apariencia democrática. El autor de la columna mencionada escribe lo siguiente:

"El grupo que crearía al PRI en 1929 llegó al poder trece años antes, por la vía armada y montado en el triunfo del carrancismo con la fundación del Partido Nacional Revolucionario, siendo este una asamblea de generales y jefes regionales convocados a ponerse de acuerdo para dejar de pelear a tiros por el poder y repartirlo mediante acuerdos políticos en el seno de la Familia Revolucionaria, siendo así que su naturaleza de concepción es para conservar el poder y no para ganarlo. En virtud de lo anterior, se puede afirmar que monopolizó el poder por 84 años ininterrumpidos, hazaña no igualada en el siglo pasado por ningún otro grupo político en el mundo".
En este mismo párrafo, Michael Iriarte afirma que los bolcheviques, y por lo tanto el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), tomó el poder en 1917, algunos años después que el grupo político que fundó el PRI, y lo dejó en 1991, tras la disolución de la Unión Soviética y nueve años antes de que el PRI perdiera el poder. El régimen comunista de la ex Unión Soviética, así como el régimen comunista de Mongolia, fueron los segundos regímenes mas longevos, después del PRI- Gobierno. El régimen priista fue así un régimen bastante longevo, más que cualquier dictadura de ese siglo. Y el autor del texto señala un hecho notorio: a diferencia del PCUS soviético, que desapareció al dejar el poder, el PRI sobrevive, aunque un sector enorme de sus miembros se pasaron a otros partidos (el PAN y el PRD, así como partidos menores).
El autor, antes de mencionar este detalle, escribe lo siguiente:

"Desde la perspectiva anterior, la longevidad del autoritarismo priista es mayor que la del totalitarismo soviético, de ahí el comprensible interés de algunos en el círculo de Putin por conocer la naturaleza del sistema político mexicano del siglo pasado".

Este interés de Putin y su grupo político por el sistema que imperó en México en el siglo pasado es algo que destaca, al tratarse de un gobierno de un pais lejano a México en geografía, cultura y hasta clima o ecosistema predominante (estepa en Rusia, desierto en México). El interés por el sistema priista fue algo común durante el siglo XX por parte de dictadores africanos y latinoamericanos, que hasta enviaron especialistas a analizarlo, según se ha afirmado. En Ecuador, José María Velasco Ibarra trató de fundar en su propio pais un sistema inspirado en el PRI. En la Argentina, hay quienes acusaron a los esposos Kirchner de pretender fundar un sistema corporativista y presidencialista tomando como guía al régimen que encabezó el PRI. En Rusia, el autoritarismo competitivo ha acercado su sistema actual al del PRI, pero el grupo en el poder no ha alcanzado el grado de control político que alcanzó la familia revolucionaria mexicana, que hasta 1988 no había reconocido triunfos de la oposición en gubernaturas. Además, en Rusia la oposición, a pesar del autoritarismo de Putin y del sistema político actual, tiene mas poder y puestos de elección popular que los que tuvo la oposición mexicana entre 1929 (cuando el régimen de la revolución se consolidó e institucionalizó) y 1988 (cuando el sistema político mexicano comenzó a democratizarse lenta y pacificamente). Las libertades políticas son mayores en la Rusia actual de lo que lo fueron en los años dorados del PRI- Gobierno. Pero es posible que esto cambie. El interés de Putin y su grupo o familia política por el régimen sui generis mexicano sería preferible para los rusos que todavía recuerdan el horror y el terror imperante en el sistema comunista. En cambio, un régimen como el mexicano cumpliría para Putin un sueño ideal de control y permanencia en el poder, pero sin asfixiar la vida cotidiana e intelectual, y sobre todo, conservando cierto prestigio, tanto en la Rusia misma como en otros lugares del mundo. La excepción serían las naciones democráticas, para las cuales un PRI- Gobierno sería un retroceso y un régimen intolerable.

Sea como fuere, si en la Rusia actual o poscomunista se lograra forjar un sistema como el priista en el México de la posrevolución, este quizá sería para los rusos mas tolerable que el sistema comunista que tuvieron, aunque esto no significa que ese PRI- Sistema ruso alcanzaría los mismos años de gobierno que tuvo su némesis latinoamericano. Y es bastante seguro que ese nuevo PRI- Sistema no gozaría, al momento de ejercer la represión política usual en el caso mexicano, de la misma indiferencia internacional que tanto ayudó precisamente al PRI en México. Esto por varias razones. Para empezar, el PRI- Sistema mexicano gobernaba en un pais que no era (como no lo es) una potencia militar mundial de tendencias agresivas e imperialistas. Rusia, mal que bien, sigue siendo una potencia militar, que de lograr un régimen autoritario igual o similar al mexicano, sería visto como una amenaza, y por lo tanto, la atención internacional de otros gobiernos y de los medios de información sobre lo que ocurriera en Rusia estaría a la orden del día. Y esto sin contar un aspecto importante que también ayudó al sistema sui generis mexicano: el PRI (o la familia que lo fundó y usó a este partido como instrumento de legitimación electoral) gobernó en una etapa en la que las dictaduras militares autoritarias o los regímenes totalitarios (como el de la URSS) eran más numerosos que los que aun predominan en el mundo actual. Esto fue un factor importante que hizo que México, a pesar de que durante el siglo XX era uno de los pocos paises más conocidos de América Latina, y uno de los más frecuentados por turistas, no atrajera tanta información política al resto del orbe. Esta indiferencia, unido a la fachada democrática de ese régimen, permitieron una desinformación acerca de la naturaleza del sistema político mexicano, que llegó a ser confundido con una democracia. La mayoría de la gente en Estados Unidos, Canadá y Europa veían a México en el sitio de Costa Rica, Puerto Rico, Venezuela y Colombia; es decir, un pais latinoamericano democrático (por supuesto, entre los políticos con información sobre México y académicos que estudiaban la política mexicana, el gobierno del PRI no era visto como democrático). En Rusia, ni siquiera la rotación de mandatarios como si de una democracia se tratara lograría ocultar la naturaleza represiva y antidemocrática de ese nuevo PRI- Sistema. Después de todo, la indiferencia internacional en el caso mexicano no fue del todo perfecta, hubo episodios que llenaron planas en períodicos de Canadá, Estados Unidos y Europa: es el caso de la represión y la masacre de Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968, episodio que llegó a las pantallas de la televisión con imágenes a todo sonido y color. Otro caso fue el del fraude electoral cometido en Chihuahua en 1986. Esa manipulación y las posteriores protestas llegaron a las planas y a la televisión de Estados Unidos y Europa Occidental. En el caso del PRI- Sistema ruso, ni siquiera una masacre de corto alcance como la del 10 de junio de 1971 en las calles de la Ciudad de México pasaría inadvertida. Las circunstancias actuales son diferentes a las del siglo XX, para perjuicio de Putin y su camarilla.