jueves, 31 de julio de 2014

EL magnicidio que tumbó una era; la guerra que determinó a un siglo







El mes de julio es la parte del año en el que se recuerda el estallido de la Primera Guerra Mundial. En este 28 de julio, la fecha adquiere notoriedad especial: se cumple un siglo de aquel suceso. En efecto, como se sabe, el 28 de junio de 1914, en las calles de Sarajevo, capital actual de Bosnia- Herzegovina, casi a mediodía, fue asesinado el Archiduque (heredero a la corona imperial de Austria- Hungría) Francisco Fernando de Habsburgo y su esposa, cuando ambos paseaban en auto por las calles y en medio de varias multitudes. El magnicidio, llevado a cabo por el terrorista Gavrilo Princip, fue el punto crítico de un conflicto entre el imperio Austrohungaro y Serbia, cuyos ciudadanos se consideraban oprimidos por la potencia gobernada por Francisco José I. Además, fue una más de las acciones propias de rivalidad y alianzas militares entre varias potencias europeas; fue una consecuencia de las tensiones que se vivían en Europa como consecuencia de la mentalidad colonialista, la ambición territorial, el fanatismo, el reparto de África, etcétera. Con esta hazaña terrorista, Gavrilo Princip (integrante de la organización "Mano Negra") acabó con toda una etapa surgida de la revolución francesa, y quizá sin imaginarlo, no solo desató toda una conflagración militar de alcance mundial, sino que además cambió el curso de la historia universal; a veces para bien, a veces para mal, pero en todo caso, la guerra que desató marcó a un siglo. Aun en la actualidad, sigue impactando la acción de ese terrorista serbio que murió hacia 1918.

Como consecuencia del magnicidio, las potencias europeas empezaron a movilizar tropas. Las tensiones empezaron a destapar toda una caja de Pandora que varias personalidades intentaron, sin éxito, detener. Nada pudo lograr la cordura. Todo el ambiente se fue caldeando hacia el estallido de la guerra. El 23 de julio de ese mismo año de 1914, como se sabe, el gobierno austrohungaro envió un ultimátum al gobierno serbio, en el que se le exigía castigo a los responsables del magnicidio, además de otras medidas. Concedía esta nota un plazo determinado para responder; en caso de negativa, se iniciarían las hostilidades. Como pasó el tiempo y no hubo respuesta, el 28 de julio Austria- Hungría declaró la guerra a Serbia, acto con el que se inicia formalmente la Primera Guerra Mundial, aunque en ese momento todavía el conflicto no fuera mundial. Esa misma noche, las tropas serbias y austrohúngaras comenzaron las operaciones, y en menos de lo que terminó el mes, ya había combates entre ambos ejércitos. Y en menos de una semana, la guerra ya se había extendido a casi toda Europa; las declaraciones de guerra se sucedieron, y los combates arreciaron. Por ejemplo, Alemania (aliada de Austria- Hungría) declaró la guerra a Rusia, Francia, Gran Bretaña y Serbia; Gran Bretaña y Francia declararon la guerra a Alemania y Austria- Hungría; Rusia movilizó tropas contra Austria- Hungría y Alemania, etcétera. Por otro lado, Alemania invadió a Holanda y Bélgica, las cuales se defendieron heroicamente. En los mediados de año, ya ocurrían batallas sangrientas en los campos de Francia, en el mar y en las inmediaciones de Rusia. Hacia 1915, la guerra se había extendido ya al norte africano y al Medio Oriente; en la región de Palestina y la antigua Mesopotamia ya ocurrían importantes acciones militares. Hacia 1917, con la entrada de Estados Unidos y Japón a la guerra, el conflicto ya era mundial; se desarrollaba en los cinco oceanos e intervenían todos los continentes, aunque no todos los países participaron de manera militar (fueron los casos de España, Portugal, Suiza, México, entre otros). 

La Primera Guerra Mundial, que fue la consecuencia de un magnicidio, tuvo varias consecuencias importantes; además de los muertos, lisiados, heridos, la destrucción material y la ruina de la economía de varias regiones de Europa. Como consecuencia de la guerra (la cual concluyó con el triunfo de los aliados y la derrota del bloque que lidereaban Austria- Hungría, Alemania y Turquía) se desataron varios cambios muy importantes. Por un lado, cayeron importantes monarquías, y fue el fin del gobierno de destacadas dinastías, como la de los Hohenzoller de Alemania, los Romanov en Rusia y los Habsburgo de Austria; además de la dinastía centenaria de Turquía. La guerra provocó la llamada revolución rusa, la cual concluyó con el ascenso al poder de los socialistas radicales, y el primer experimento socialista de la historia. También, empezó la decadencia de la primacía militar de las potencias europeas; incluso de Gran Bretaña. Japón y Estados Unidos emergieron de la guerra como las nuevas estrellas militares. De hecho, la guerra contribuyó no solo al ascenso militar de Estados Unidos como potencia, sino además, a la expansión de la cultura estadounidense en el mundo del siglo XX. Fue la guerra la que contribuyó, y de manera importante, a que el siglo XX fuera el siglo de los Estados Unidos, como el siglo XIX fue el siglo de Francia. 

Sin embargo, las consecuencias del magnicidio que desató toda una guerra mundial no terminaron en los años inmediatos de 1918. Para comenzar, la economía europea estaba destruida, y Alemania vivía, además de una democracia inestable (la "república de Weimar") el caos social de parte de varios grupos políticos. A esto se sumaba la inestabilidad política, el sentimiento de revancha por la derrota y el descontento que provocaron las duras condiciones impuestas a la nación por el Tratado de Versalles de 1919 (que puso fin oficial a la guerra, y que determinó la formación de la Sociedad de Naciones, el primer organismo mundial que tenía como misión lograr la paz mundial y resolver controversias internacionales de forma pacífica). Por otro lado, Italia vivía un período de agitación socialista en una democracia disfuncional, y Japón soñaba con alcanzar la gloria militar y colonial. Además, y como consecuencia de las medidas de división territorial surgidas a raíz de los Tratados de Versalles, surgieron tensiones étnicas en Europa. Todo ello, además del interés de las clases económicas aristocráticas de responder a la agitación que provocara el ejemplo de la revolución rusa, llevaron al poder, en Italia, Alemania y España, al fascismo, el nazismo y el falangismo respectivamente; en el primer país, Italia, Benito Mussolinni llegó al poder como consecuencia de la Marcha sobre Roma, de octubre de 1922 y a varias presiones de carácter militarista; en Alemania, Adolf Hitler llegó al poder en 1933 en un ambiente cargado de enfrentamientos políticos, de atentados, de crisis económica y de revancha militar por parte de una población que quería recuperar el prestigio nacional; y en el último caso, España, el falangismo, con Francisco Franco como cabeza, llegó al poder tras una dictadura fracasada, una república inestable y una sangrienta guerra civil de 1936 a 1939. En Asia, Japón, triunfante en la Primera Guerra, comenzó una campaña de colonialismo, invadiendo a varios países como lo hacían Alemania e Italia (estos tres países conformaron una alianza denominada "Eje Roma- Berlín- Tokio", además de la Alianza Anticomintern, la cual estaba dirigida contra la Unión Soviética y el comunismo en general). Todo este ambiente desembocó en la Segunda Guerra Mundial, de 1939 a 1945, que enfrentó al Eje y varios varios países más contra los Aliados, que englobó a Estados Unidos, la URSS, Francia, Gran Bretaña, Canadá, Australia, China, Dinamarca, Holanda, Bélgica, etcétera. 

La Segunda Guerra Mundial terminó en 1945 con la derrota del Eje Roma- Berlín - Tokio. Sin embargo, las consecuencias del homicidio cometido por Gavrilo Princip no terminaron allí. Como consecuencia de la primera guerra, estalló la revolución rusa, el cual llevó al poder al primer régimen socialista. Aunque la Unión Soviética y las potencias capitalistas encabezadas por Estados Unidos fueron aliados militares contra el nazismo, el fascismo y el militarismo japonés, al terminar la guerra surgió la rivalidad ideológica, económica, política y cultural entre las dos potencias militares que quedaban como los líderes del mundo entero: La Unión Soviética (representando al socialismo totalitario) y Estados Unidos (representando al mundo capitalista, el cual englobaba a regímenes democráticos como a regímenes dictatoriales de tipo autoritario). Muy pronto, esta rivalidad se fue agudizando, al grado de conformar dos bloques opuestos y dos alianzas militares de signo opuesto: el Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que representaba al bloque occidental o capitalista, y el Pacto de Varsovia, conformado en 1955 y que representaba al bloque dirigido por la Unión Soviética (hacia mediados de la década de los cincuenta, China ya rivalizaba con la Unión Soviética en la expansión del socialismo totalitario, conformando un tercer bloque, además de que Yugoslavia, con Tito a la cabeza, se erigía como un país aparte, enemigo tanto del capitalismo como de la Unión Soviética). Este enfrentamiento político y cultural, denominado como la "Guerra Fria", provocó varias intervenciones militares por parte de las potencias en países del Tercer Mundo, guerras calientes en varias zonas del planeta, rivalidades deportivas en las Olimpiadas de carácter ideológico, guerrillas y toda una carrera armamentística que no tuvo precedentes. El mundo de 1945 a 1989 vivió en medio de la bipolaridad del planeta, de varias amenazas de una guerra nuclear, del ascenso de dictaduras brutales apoyadas ya sea por China, ya por la Unión Soviética o en su caso, Estados Unidos y las potencias capitalistas, además de varias guerras que llevaban el signo de la rivalidad ideológica que entonces se vivía (tales como la guerra de Corea, la guerra en Vietnam, Afganistán, la crisis de los misiles en Cuba, entre otros conflictos ocurridos en América Latina, África, Asia y Europa). Fue este el cuadro surgido del fin de la Segunda Guerra Mundial. 

La guerra fría terminó en 1989 con la caída del Muro de Berlín, además de otros sucesos, tales como la desintegración de la Unión Soviética en 1991, la caída de los regímenes de la Europa secuestrada o socialista, el avance de la economía capitalista en China y Vietnam, además de la caída de regímenes militares de derecha en América Latina y el fin de varias guerrillas socialistas. Con esto, sin embargo, no puede afirmarse que terminaran las consecuencias del magnicidio de Francisco Fernando. La cantidad de armas que circulan en el mundo entero como consecuencia de la Guerra Fría, y que adquieren tanto grupos terroristas como mafias del crimen organizado, ha llevado a un mundo en el que fenómenos armados se manifiesten de manera cruenta. Además, continúan en el poder dictaduras socialistas totalitarias en Cuba y Corea del Norte, además de Camboya. Por otro lado, se ha desatado una guerra entre el fundamentalismo islámico y el mundo occidental e Israel. Este conflicto ha existido siempre, desde la Edad Media quizá, pero con las armas que circularon en el mundo a los largo y ancho de la Guerra Fría, y que adquirieron tanto regímenes dictatoriales y fanáticos de Oriente Medio como grupos terroristas de carácter islámico, se ha venido presentando una situación de serios conflictos armados y destacados atentados terroristas, como fueron los del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York o los ocurridos en embajadas de África. Esto sin contar con conflictos armados de otro tipo, como los de Ruanda o el Congo, en el que intervienen grupos guerrilleros armados en tiempos de la Guerra Fría. 

En síntesis, el homicidio de Francisco Fernando no solo concluyó con la vida de un personaje importante de la monarquía de los Austrias. Provocó la guerra más destructiva que había vivido el planeta hasta entonces. La guerra, a su vez, provocó la revolución rusa, la caída de monarquías que llevaban siglos en el poder, crisis económica, descontento y tensiones nacionalistas. Todo esto desembocó en el ascenso al poder del nazismo, el fascismo y el falangismo en Alemania, Italia y España respectivamente, además del deseo de expansión militar del imperio del sol naciente en Asia. Fenómenos históricos que provocarían la guerra más destructiva que se ha vivido hasta entonces: la Segunda Guerra Mundial. De esta guerra, surgió un mundo bipolar que pronto se expresó en rivalidades ideológicas, políticas, culturales, deportivas y sociales, y en consecuentes guerras calientes, acciones imperiales de parte de las potencias, guerrillas y otros derivados que provocaron dolor y destrucción (por cierto, también avanzó la ciencia como nunca antes se había visto en la historia de la humanidad, en parte como consecuencia de las dos guerras mundiales y en parte también por la carrera tecnológica entre el mundo socialista y capitalista). Cuando la Guerra Fría terminó, quedó un mundo con destacables avances tecnológicos y técnicos, pero en una situación de rencores, odios y armas desperdigadas a lo largo y ancho del planeta. Atrás quedó el mundo de 1914, cuando aun gobernaban los zares en Rusia, los sultanes en Turquía, los kaisers en Alemania y los emperadores en Austria- Hungría; cuando el imperio japonés avanzaba en medio de una autocracia ligeramente amortiguada; cuando Francia era la estrella cultural del mundo, Gran Bretaña la potencia de los siete mares y Alemania la Roma de todos los ejércitos; cuando Estados Unidos era una potencia militar continental antes que mundial; cuando el socialismo aun no dividía al mundo y era solo una idea de varios intelectuales; y en fin, cuando los avances médicos, técnicos, científicos y tecnológicos aun estaban lejos del nivel que tendrían un siglo después; digamos al nivel que reflejaría cualquier película del Titanic. En cambio, lo que actualmente queda es la consecuencia fatal o afortunada de varios terremotos históricos de diversa índole, que desataron un hombre provisto de voluntad nacionalista y un magnicidio ocurrido en las calles de Sarajevo, en un día que empezó como cualquier otro de aquel verano inolvidable.