miércoles, 28 de julio de 2021

HISTORIA CUBANA: Recordando el Moncada: el asalto que llevó a la historia a un caudillo




El 26 de julio, se ha cumplido otro aniversario más de un suceso en la historia de Cuba. Dentro de dos años más, se cumplirá un decenio. Por el momento, solo se cumple un año más del suceso; no obstante, es importante recordarlo ahora que Cuba está pasando por un proceso de deterioro social constante y descontento político reflejado en manifestaciones contra el régimen, el sistema y a favor de la libertad y la democracia. El suceso al que me refiero es el asalto al Cuartel Militar de Moncada, en Santiago, al sur de la isla de Cuba; suceso que tuvo lugar la noche del 26 de julio de 1953. 

El asalto al Cuartel Militar de Moncada no puede entenderse sin comprender el contexto en el que se llevó a cabo. Veamos; el motivo que originó la intentona por medio de la cual se pretendió iniciar una rebelión armada contra el gobierno nacional de Cuba debe ubicarse un año atrás. Específicamente: el 10 de marzo de 1952. Ese día Cuba amaneció, por última vez, en medio de un sistema democrático, republicano y representativo. Una democracia sustentada en la Constitución de 1940. Una democracia que es verdad que no pasaba por su mejor momento, pero tampoco era Cuba un Estado nacional fallido. Había corrupción, violencia gangsteril en las universidades e impopularidad hacia el Presidente de ese entonces: Carlos Prío Socarrás. Pero al fin y al cabo; ¿que sistema de gobierno es perfecto? ¿Qué sistema de gobierno no pasa por momentos problemáticos e imperfectos en un grado que genere malestar e inquietud? La democracia cubana pasaba por un momento difícil aquella mañana del 10 de marzo de 1952, pero era ese un régimen perfectamente sustentable, perfeccionable y era, hacia 1952, un régimen que había hecho de Cuba una de las economías más sólidas del continente. En América Latina, el nivel de vida cubano solo estaba por debajo de la Argentina, en aquel entonces una nación sudamericana que pasaba por momentos difíciles en el ámbito político. 

El 10 de marzo de 1952, Cuba amaneció en medio de un sistema de gobierno democrático. Pero fue la última vez desde entonces; ese día, ocurriría en Cuba otro episodio más de la serie de cuartelazos y golpes de Estado que asolaron a América Latina durante varias décadas del siglo. El militar Fulgencio Batista Zaldívar, quién entonces era un candidato presidencial a las elecciones que debieron celebrarse ese año, encabezó un golpe de Estado que triunfó ese mismo día y prácticamente sin derramamiento de sangre; tan solo haciendo que sus tropas ocuparan el Cuartel Militar de Columbia y otras guarniciones y puestos importantes de gobierno. El triunfante golpe de Estado no solo liquidó un gobierno cuya cabeza (Carlos Prío Socarrás) ya era prácticamente impopular; ese cuartelazo militar liquidó una democracia. La democracia cubana, que desde entonces y hasta este tiempo no ha vuelto a pisar tierra en la nación de José Martí. Se inició ese mismo 10 de marzo de 1952 una nueva dictadura: la dictadura de Batista, que al principio, y quizá debido al repudio generalizado hacia Socarrás, fue aceptada por el pueblo cubano como un mal menor; hubo pocas críticas entonces y muy escasa resistencia social y política. En el fondo, el pueblo cubano aplaudió el suceso y quizá pasivamente agradeció que se le quitara de encima al mandatario que se refugiaría, primero, en la Embajada de México en Cuba y posteriormente en el extranjero. 

No obstante, con el pasar del tiempo, el pueblo cubano comenzó a detestar a Batista y a su régimen dictatorial. La corrupción ahora sostenida por el aparato de Estado fue la principal causa. También la relación, cada vez más notoria, entre el régimen y ciertos segmentos de la mafia estadounidense; Meyer Lansky fue uno se esos sujetos que hizo negocios en Cuba aprovechando el ambiente de dictadura y corrupción en la nación isleña. La represión política, a cargo particularmente de la policía secreta del régimen, y la violación sistemática, no pocas veces sangrienta, de los derechos humanos y las garantías individuales fue un caldo de cultivo de descontento político y social. En medio de este contexto, ocurriría, en la Ciudad de Santiago, al sur de la isla de Cuba, una intentona armada contra el régimen, encabezado por un joven abogado de nombre Fidel Alejandro Castro Ruz. 

El asalto al cuartel se llevó a cabo en medio de la noche. El grupo rebelde intentó tomar el cuartel por medio de las armas y la violencia. El asalto fue rechazado por la guarnición militar al servicio de la dictadura; la intentona armada fracasó y hubo muertos, detenidos y asesinados. Entre los detenidos estuvo Fidel Castro, el cual fue condenado a prisión; fue durante su juicio cuando pronunció aquel discurso cuyo enunciado más recordado es: "la historia me absolverá". Fidel Castro estuvo en prisión durante casi dos años; en 1955 fue indultado. Evidentemente Batista se sentía poderoso, seguro en el poder y quiso demostrar, con este gesto generoso hacia su más notorio opositor, un aire de cierta apertura y tolerancia. No obstante, la represión nunca fue relajada. La represión en la Cuba de Batista, en los años cincuentas, debemos apuntarlo, nunca llegó a los grados monstruosos de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, en la vecina República Dominicana de ese entonces, ni tampoco a los de muchas de las dictaduras sudamericanas de los años setentas. Esas eran dictaduras en donde la oposición era prácticamente liquidada: los opositores eras asesinados o encarcelados sin miramientos. En la Cuba de Batista, se toleraba la existencia en las calles, universidades y prensa cierto grado de oposición; el suficiente para aparentar un cierto espíritu democrático de gobierno, pero nunca al grado de constituir un verdadero reto político y legal al sistema. Ese era el cuadro general de Cuba hacia 1955; Batista se creía en la cima del poder. 

Su suerte cambiaría en poco tiempo. Impopular y detestado para entonces, el pueblo cubano le manifestaba repudio a sus régimen. Combatida la dictadura en los sindicatos independientes, en las universidades, en las calles, en la prensa crítica, en la sierra y hasta en el extranjero (sobre todo en Miami, Florida) el régimen se enfrentaba a retos y acciones tendientes a socavarlo. Acciones como desplegados, huelgas generales, manifestaciones multitudinarias que enfrentaban la represión policial, boicot en el cobro de impuestos, apagones, sabotajes y...guerrilla en las montañas. Y no solo eso; también contaba la diplomacia en el exterior. Se propagaba el repudio a la dictadura del viejo sargento que había entrado en escena en la historia cubana gracias a la Revolución de 1933. En las primeras horas del día 1 de enero de 1959, en medio de la fiesta de año nuevo, y tras una ofensiva triunfal de la guerrilla en Santa Clara, este régimen de corrupción sostenido por medio de la represión se derrumbó. Batista y su corte huyeron a bordo de un avión. Muchos miembros del régimen huyeron; muchos matones, torturadores y agentes fueron aprehendidos y fusilados en los días posteriores al triunfo de la guerrilla. La alegría del pueblo cubano en aquel entonces no tenía parangón, tal como se puede apreciar en fotografías y filmaciones de la época. Hubo saqueos y actos de vandalismo en las calles contra casinos y otros símbolos de corrupción y poder. La alegría del pueblo cubano solo se asemejaba a la del pueblo venezolano un año antes; cuando Venezuela derribó a otra dictadura militar aliada de la de Batista: la de Marcos Pérez Jiménez. 

Parecía que la democracia había vuelto a Cuba. Durante unos meses después del triunfo revolucionario, así pareció. Pero la noche cubana se oscureció aun más. En una de esas trágicas vueltas de la historia, Cuba pasó de la dictadura autoritaria de Fulgencio Batista a la dictadura totalitaria, socialista y fincada en la ayuda soviética de Fidel Castro. Cuba descendió aun más en el ambiente de represión política. En el nuevo régimen, el control de los medios de comunicación fue y sigue siendo total. Batista había tolerado la existencia de la prensa crítica pero sometiéndola a un constante hostigamiento por medio de sus tentáculos de Estado. Castro en cambio acabó con la prensa libre y sometió a su poder absoluto a la radio y la televisión. En Cuba se instauró un régimen análogo al de la URSS y el bloque soviético; uno en donde las garantías individuales son aplastadas de forma sistemática y total, sin fisuras de tolerancia. La libertad de manifestación no existe; las manifestaciones antigubernamentales son reprimidas, tal como se ha visto en los días recientes. El régimen de Fidel Castro no permite ni siquiera la celebración de elecciones multipartidistas; esto en medio de un sistema electoral en donde se permita participar a la oposición, pero en donde el partido en el poder ostente el control de las instituciones electorales y haga uso del fraude electoral para mantenerse contra viento y marea en el poder. Un régimen tal cual lo permitió Batista, o tal cual lo permitía y practicaba el PRI en el vecino México. O como actualmente lo llevan a cabo Venezuela y Nicaragua, aliadas de Cuba. No; el régimen de Fidel, ahora dirigido por un triunvirato que ha heredado sus glorias y su legado, es inmune a la contestación en las urnas. 

Esta semana se recuerda el asalto que, según la narrativa oficialista cubana, inició la rebelión contra el régimen de Batista. No es así; el asalto al Cuartel Militar de Moncada sorprendió en su momento, y ocasionó una movilización de tropas por parte de la dictadura, además de una reacción desmesurada aun para ese régimen ya de por sí represivo. Fue el asalto al Moncada una acción que en verdad era diferente a todas las demás acciones que por entonces se llevaban a cabo como resistencia a la dictadura instaurada el año anterior. Por su carácter armado y único, ocupó planas en los periódicos; pero esta gesta, si cabe llamarla así, no fue el inicio de la lucha generalizada contra Batista. Aun no era el tiempo; la agitación social, política y armada contra el régimen, el que verdaderamente fue socavando el dominio policial y que acabó por tumbar a Batista y su corte comenzaría en los inicios de 1957, tras la llegada, en diciembre de 1956, de Fidel Castro y su grupo de guerrilleros que partieron desde México. No obstante, el asalto al Moncada es simbólico. Y hoy mismo, el régimen que celebra el supuesto inicio de la lucha contra una dictadura, se enfrenta a manifestaciones y protestas de descontento que claman lo mismo que muchos cubanos en los cincuentas: democracia y libertad. En el fondo, dignidad. Volver al espíritu de la constitución de 1940. Volver a los inicios que muchos cubanos de mayor edad aun recuerdan en el ámbito político, para desde esa misma democracia proyectar su sueño de una patria cubana digna y libre. ¿Cuando llegará el espíritu de la señora libertad a la patria de José Martí?