miércoles, 12 de diciembre de 2018

LA Guadalupana como símbolo de mexicanidad





Se la considera la protectora y la patrona de México. Por lo menos, entre el sector de la población mexicana que profesa la religión católica, apostólica y además romana; sector de la población que, quizá desde el lejano siglo XVI, es la gran mayoría de la población del territorio entonces novohispano; hoy mexicano. Me refiero a la Virgen de Guadalue (oficialmente denominada, entre los católicos, "Nuestra Señora de Guadalupe"). Y no obstante, la Virgen de Guadalupe, una aparición mariana más de la Virgen María (madre de Jesucristo) ha dejado de ser solo un símbolo religioso; en el caso de México, producto del sincretismo entre la religión católica y una antigua creencia de los antiguos habitantes del Valle de México durante el Período Prehispánico. Desde hace algunos siglos quizá, la imagen de la Virgen de Guadalupe ha pasado a ser una imagen tradicional y simbólica de mexicanidad; es decir, algo muy ligado a la cultura y la imagen de México como entidad nacional. Su imagen (la misma que aparece en la famosa tilma) está presente en muchos lugares de México: en pinturas, retratos rodeados de marcos, esculturas, pósters, llaveros, y hasta en grandes rocas incrustadas en diversos lugares más o menos montañosos de carreteras o autopistas mexicanas. Y su imagen no solo aparece en la forma y versión que conocemos; no faltan grupos que incluyen su imagen transfigurada de diversas variaciones en su diseño visual. 

Su día de festejo es el 12 de diciembre. Mismo mes en el que según diversos estudios históricos, los aztecas y otros pueblos prehispánicos de la región acostumbraban festejar en honor de otra deidad prehispánica con la que, al llegar la Colonia, se confundió a la Virgen de Guadalupe; todo esto en el particular proceso de sincretismo de todo tipo que se llevó a cabo durante el siglo XVI entre las antiguas culturas indígenas y la cultura importada por el conquistador español. 

Sobre el mito guadalupano, se conoce popularmente la historia que se cuenta en torno a la aparición. La misma historia que se narra en el libro "Nican Mopohua"; según esta historia conocida a nivel popular, la Virgen María se habría aparecido en diciembre de 1531 a un indio de nombre Juan Diego (desde luego, si tal indígena en cuestión existió, es seguro que no debió llamarse así originalmente). Aparición ocurrida a diez años después de haber ocurrido la caída de Tenochtitlán y la destrucción del imperio mexica; y a menos de una década de haberse iniciado la política de evangelización, tarea llevada a cabo por frailes de distintas órdenes religiosas. Según el relato mariano, la Virgen le habría pedido al indio en cuestión llevar su mensaje a las autoridades religiosas con el objetivo de que le construyeran una "casita" (un templo en realidad) en el Tepeyac. Los clérigos no le creen; y entonces le exigen una prueba. La Virgen accede por petición de Juan Diego; cuando este personaje vuelve a presentarse ante el Obispo, despliega un ayate del cual, al abrirse, descienden rosas, además de aparecerse impresa en el ayate presentado ante los clérigos una imagen de la Virgen; la famosa aparición conocida como la "Virgen de Nuestra Señora de Guadalupe". Un relato este que puede variar en detalles según quién lo cuente; pero que tiene como elementos principales esta misma orden de secuencia y estos mismo hechos descritos líneas arriba. Un relato que los antiaparicionistas (los cuales cuestionan la veracidad de los hechos) presentan como importado de España; según se sabe, en la España medieval se registró un suceso parecido con un campesino español en lugar de un indio. 

Este es el relato conocido popularmente. Quizá por todos los mexicanos, sean o no creyentes católicos. Debemos apuntar que el relato de las apariciones, las cuales habían sido negadas por los altos miembros del clero católico durante gran parte de los siglos siguientes a la fecha del suceso mismo, se expandió de manera amplia gracias a los escritos del sacerdote criollo Miguel Sánchez en 1648. Tal popularidad alcanzó el relato de la aparición gracias a la labor intelectual de ese clérigo, que el guadalupanismo incluso comenzaría a ser una parte esencial del naciente movimiento de identidad criolla. Y el guadalupanismo se vería reflejado en algunos episodios de la historia posterior; fue la imagen del estandarte principal que enarboló el cura Miguel Hidalgo y Costilla cuando en 1810 encabezó la primera rebelión de la Guerra de Independencia Nacional. Los "guadalupes" fue como se denominarían, a sí mismos, los miembros de una cierta organización militante de la lucha por la independencia, durante la fase encabezada por José María Morelos y Pavón. Más adelante, ya durante los primeros años de independencia, más específicamente durante la etapa del Primer Imperio, el Emperador Agustín I de Iturbide crea la "Orden Nacional de Nuestra Señora de Guadalupe"; orden integrada por personas que hubiesen sido condecoradas gracias a determinados méritos y hazañas heroicas, y que fuesen gratas a los ojos del gobierno imperial. Vamos, el primer Presidente de México, llamado en verdad "José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix" pasó a denominarse con el nombre de "Guadalupe Victoria" en honor tanto de la Virgen de Guadalupe como de una cierta victoria militar obtenida en la lucha por la independencia nacional. 

Como se puede observar, la Virgen de Guadalupe (la imagen de la aparición) está presente en la cultura y el imaginario popular y folcklórico mexicano. Más allá de si los sucesos de la aparición hayan ocurrido en la vida real, o de si el milagro haya sido un invento de frailes para facilitar la conquista espiritual de los indígenas; más allá de si la imagen haya sido producto de un milagro (negado por Fray Juan de Zumárraga, presunto testigo principal del suceso) o de si esta fue obra del talento artístico de un pintor indígena de nombre "Marcos Cipac de Aquino", lo cierto es que tanto el relato de las apariciones como la imagen misma están presentes en la devoción popular desde la Colonia; quizá más profundamente desde mediados del siglo XVII. Si el milagro ocurrió o no, es tema aparte: el guadalupanismo y el mito es parte de la historia religiosa y cultural de la nación mexicana. Realmente, una pieza esencial del devenir histórico mexicano, sin el cual el drama de la caótica y volcánica historia mexicana no podría entenderse en su totalidad. 

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